Que Jesús Nunca Existió – Una Idea Disparatada ?

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En una cultura basada en el cristianismo, la negación de la existencia de Jesús puede parecer a primera vista como absurda o aún como estúpida. Después de todo, reza el argumento, “la tendencia científica principal” acepta la existencia de un Jesús histórico, aunque no hay coincidencia en cuanto a quién fue, cuándo exactamente existió, qué hizo, o qué dijo.



Hechos y Fantasías

Hoy, los eruditos sobre el Nuevo Testamento dirigen su trayectoria entre dos mundos, uno, el principal, el del Jesús teológico (“Divino hijo de Dios”) – pero éste es, por supuesto, es un asunto de fe; y el otro, el “del Jesús histórico”.

Una investigación detallada y meticulosa de la historia, cultura y política de la Palestina del período del segundo templo, crea un autorizado fondo sobre el cual hace su aparición espectral la figura sumamente precaria de “Jesús”.

Pero es el contexto histórico mismo el que hace posible a éste fantasmagórico salvador su “vida”, “muerte” y “resurrección” y así proyectar su sombra ficticia sobre la historia.

“Estamos seguros de que Jerusalén existió, Herodes, Los Fariseos, y los Romanos, por qué no Jesús? Sugiere el documental del Discovery Channel:

“Éste es el tipo de sandalias que Jesús habría usado. Éste es el tipo de árbol bajo el cual se habría cobijado”.



Inercia de la Opción Blanda

Los historiadores profesionales no están necesariamente comprometidos con un especial interés en el tema de Jesús – y todos se encuentran bien concientes de su naturaleza controversial. Un erudito que manifieste su creencia de que nunca existió un Jesús histórico, probablemente se enfrentará al desprecio, o hasta al ridículo, y ganará muy poco por su franqueza.

Así, la mayoría de los eruditos, criados y educados en la cultura cristiana, se contentan con asumir que Jesús vivió (y acatar las opiniones de de los especialistas bíblicos, frecuentemente creyentes), o dada la escasez de evidencia respecto de un gran número de personajes históricos, preceder su incertidumbre con la palabra “probablemente”. Es mucho más seguro para ellos declarar la “probabilidad de un hombre tras la leyenda”, aunque arguyendo que capa tras capa de mítica incrustación oscurecen el conocimiento respecto del mismo.

La opción “segura”, pero falta de coraje mantiene simultáneamente la “oscuridad” de un carpintero en una remota villa provincial (ausencia de evidencia no constituye evidencia de ausencia), y un académico desprendimiento de “asuntos de fe” que elevaron a tan oscuro gurú a niveles de ícono.



Un Escenario Estropeado

Sin embargo, podría una fe de carácter mundial haber surgido a partir de una nulidad, quien durante su existencia no pudo haber sido notada por alguien? Qué tan creíble resulta que un ambulante rabí, quien escribió nada por sí mismo, y cuya vida transcurrió en un mundo lleno de fakires, adivinos y exorcistas, proyectara tal fascinación como para reverberar a través de las edades?

Un Jesús “minimalista” es realmente menos satisfactorio que ninguno, porque de todos modos requiere una búsqueda en otras fuentes para hallar las raíces de la nueva religión. Y si tales raíces se van a ser halladas en otros sitios, qué necesidad queda para la existencia de tan oscuro personaje?

"Es muy dudoso que la fe cristiana pudiera haberse fundado sobre la base de un Jesús histórico… quien fue poco más que un profesor de filosofía práctica”. – J Macquarrie (Una Teología Existencial, p23)

Si nos ponemos de acuerdo en que un itinerante y radical rabino llamado Jesús, imperceptible en los archivos históricos, no es plausible, por la misma razón, tampoco lo serían varios tales Jesuses.

Cual de ellos sería el escogido para ser la base de la fe cristiana, como “hijo único de Dios” Si pudiera ser cualquiera de ellos, entonces no fue ninguno de ellos.

Ya sea que JC fuese una divinidad quien escogió deslumbrar multitudes sin dejar rastro, quien consiguió influir - no al pueblo judío – sino a una decena de desconocidos devotos, cuyos sucesores rápidamente se dividieron en numerosas facciones hostiles; o JC fue una invención de humanas mentes, una creación que se traiciona a sí misma en cada oportunidad por contradicción y omisión.



Salvación Mediante la Razón

Irónicamente, fue el trabajo de ciertos teólogos liberales, más que libre-pensadores, el que fracturó por vez primera el glorioso invento de Jesús, Hijo de Dios, Salvador del Mundo.

La “Sabiduría Recibida” de la Iglesia fue por vez primera puesta en tela de juicio durante la Reforma Europea, que legitimizó la crítica al sistema papal. Abiertas ya las compuertas, todas las autoridades religiosas y las escrituras mismas fueron cuestionadas y el Protestantismo emergió a través de una miríada de sectas diversas. Pero luego de mil años de ignorancia obligada, los hombres de la iglesia no tenían más que un muy pequeño conocimiento real. Con sus prebendas eclesiales, estos eruditos lucharon por hallar las nuevamente descubiertas herramientas de la lógica para defender los dogmas de la cristiandad, ya sea los de la variedad católica, o la de la variedad “pura” de la iglesia reformada.

Pero luego de dos siglos, a medida que el Renacimiento se desarrollaba, valientes teólogos comenzaron a llamar la atención sobre errores obvios, y las incongruencias en las escrituras aceptadas. Por qué, cuestionaron, el Nuevo Testamento permanece silencioso acerca de la mayor parte de la vida de Jesús? Por qué Pablo dice prácticamente nada acerca de éste tema?

Durante las revoluciones americana y francesa, los libre-pensadores avanzaron mucho más, cuestionando la veracidad de la Biblia toda, y denunciando al cristianismo como una superstición falsaria y como un instrumento de opresión. Una nueva fe minimalista surgió, el “deísmo”, en la cual el Creador no jugaba papel alguno directo en los asuntos humanos.



Crítica Superior

Durante siglo subsiguientes, una minoría radical – notablemente, eruditos de la Tübingen School a mediados del Siglo 19 en Alemania, y Críticos Radicales holandeses, de fines del Siglo 19 y comienzos del 20 – continuaron forzando el caso de que el Señor cristiano era un piadoso invento, y su vida toda, juzgamiento y crucifixión una mescolanza de versos de las escrituras judías.

Para aquellos que veían un poco más allá de la obstruida visión cristiana, resultaba obvio que mucho de la historia de Jesús tenía precedentes paralelos en fábulas mucho más antiguas, con personajes centrales y de soporte idénticos, argumentos idénticos, e idéntica moraleja. El cristianismo no había bajado del cielo, era una producción humana.

Durante el Siglo 20, el racionalismo, la arqueología, y las nuevas técnicas de investigación científica obligaron a una retirada entre los defensores de la fe, pese a los hervores periódicos del fervor religioso. Para acomodar la creciente e innegable evidencia del error bíblico, diversas versiones de la vida de Cristo proliferaban como algas en un charco asoleado.

Los eruditos sobre el Nuevo Testamento de la “Línea Oficial”, muchos de ellos cristianos convencidos, habían hallado un nuevo hogar. Un borroso “Jesucristo” histórico surgió como existente en la realidad, pese a las acumuladas capas de invención nacida de la fe.

Temerosos de reconocer que tanto su fe como sus carreras profesionales estaban basadas en monumentales equivocaciones, ellos especularon con numerosas extravagantes versiones - un Jesús rabínico estricto, un Jesús campesino mediterráneo, uno con esposa e hijos, uno que fue a Inglaterra, India o Japón, un Jesús filósofo estoico o cínico, un Jesús para todos los gustos. Cien o más posibles “biografías” competían entre sí, cada una intentando evitar la realidad, de que no existe una realidad verdadera que soporte la sagrada fábula.



Días Finales

Durante lo que va corrido del Siglo 21, enfrentamos la paradoja de que aunque el desenmascaramiento del bíblico fraude ha avanzado más que nunca antes, la geopolítica global financia y estimula un vociferante restablecimiento del fundamentalismo y de la inerrancia, y de un torrente de información falsa, cuyo mero volumen es abrumador.

Las mayorías carecen del tiempo o de la inclinación para profundizar en la masa de evidencia y de argumentos. Los apologistas cristianos están siempre listos a denunciar a cualquier disidente de la doctrina oficial, presentándolo como un caso aislado, alguien cercano a los límites de la locura, indigno de ser tomado en serio.

Pero la estridente hostilidad esconde el miedo de que la caída de su super-héroe no puede estar lejos. Y lo que no pueden negar, ni suprimir, es que el desenmascaramiento del fraude sobre Jesucristo, lejos de ser la persecución maníaca de parte de personas aisladas, ha sido reconocida por una numerosa corriente de personalidades talentosas y eruditos de todos los países.