Hijos angélicos de Dios.
Por otra parte, hay una explicación que cuenta con el refrendo de otros textos bíblicos. La expresión “hijos del Dios verdadero” aparece también en Job 1:6, donde obviamente se refiere a los hijos celestiales de Dios reunidos ante Su presencia, entre los que apareció Satanás, que venía de “discurrir por la tierra y de andar por ella”. (Job 1:7; véase también 2:1, 2.) Asimismo, no cabe duda de que los “hijos de Dios” que ‘gritaron en aplauso’ cuando Él ‘colocó la piedra angular’ de la Tierra (Job 38:4-7) eran hijos angélicos y no descendientes de Adán (que aún no había sido creado). Del mismo modo, es evidente que los “hijos de Dios” mencionados en el Salmo 89:6 también son criaturas celestiales, no humanos. (Véase DIOS [Términos hebreos].)
Los partidarios de la interpretación citada con anterioridad cuestionan que los “hijos del Dios verdadero” de Génesis 6:2-4 sean criaturas angélicas, pues objetan que el contexto se refiere exclusivamente a la maldad humana. Sin embargo, no es una objeción válida, pues la interferencia malévola de espíritus en los asuntos del hombre podría contribuir o potenciar el aumento de la iniquidad humana. Aunque estos seres no se materializaron cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, fueron responsables de conducta humana sumamente degradada. (Véanse DEMONIO; POSESIÓN DEMONIACA.) Es lógico que Génesis mencione la interferencia de algunos hijos angélicos de Dios en los asuntos humanos, ya que da cuenta a buen grado de la gravedad de la situación existente en la Tierra antes del Diluvio.
El apóstol Pedro lo corrobora, pues hace referencia a “los espíritus en prisión, que en un tiempo habían sido desobedientes cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé” (1Pe 3:19, 20), así como a los “ángeles que pecaron”, a los que menciona en conexión con el “mundo antiguo” del tiempo de Noé. (2Pe 2:4, 5.) Judas también hace referencia a “los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación”. (Jud 6.) Si se niega que los “hijos del Dios verdadero” de Génesis 6:2-4 eran espíritus, estas palabras de los escritores cristianos se convierten en un enigma, pues no se explica ni cómo se concretó la desobediencia angélica ni la relación con los días de Noé.
En ciertas ocasiones hubo ángeles que materializaron cuerpos humanos y que hasta comieron y bebieron con hombres. (Gé 18:1-22; 19:1-3.) La declaración de Jesús de que los resucitados no se casan ni se dan en matrimonio, sino que son como los “ángeles en el cielo”, muestra que entre tales criaturas celestiales no existe el matrimonio, pues no son seres sexuados. (Mt 22:30.) Ahora bien, de esto no se infiere que no pudieran materializar cuerpos humanos y formar vínculos matrimoniales con mujeres. Cabe notar que la referencia de Judas a los ángeles que no guardaron su posición original y abandonaron su “propio y debido lugar de habitación” (refiriéndose claramente al abandono del ámbito de los espíritus) precede de manera inmediata a las palabras: “Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas —después que ellas de la misma manera como los anteriores hubieron cometido fornicación con exceso, e ido en pos de carne para uso contranatural— son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador”. (Jud 6, 7.) Por lo tanto, las pruebas bíblicas señalan de manera contundente a que en los días de Noé algunos ángeles se descarriaron y cometieron actos contrarios a su naturaleza de espíritus. Por consiguiente, no parece que haya razones válidas para cuestionar que los ‘hijos de Dios’ de Génesis 6:2-4 fuesen ángeles. (Véase NEFILIM.)