Tres párrafos interesantes del artículo que mencioné, que otorgan una aproximación a la diferencia entre Norte y Sur respecto a la riqueza (incluyendo el propio Norte y Sur de los EEUU).

Estos autores aplicaron en este nuevo estudio una definición más amplia de dotación de factores, ahora incluyendo clima, suelos y la densidad de la población nativa, y dividieron a los países del continente en tres grupos diferenciados. El primero comprende las colonias que poseían climas y suelos apropiados para la producción de azúcar y otros cultivos de gran demanda, caracterizados por economías de escala extensivas, asociadas con el uso de mano de obra esclava. La mayor parte de estas colonias productoras de azúcar, incluyendo a Barbados, Brasil, Cuba y Jamaica están localizadas en las Indias Occidentales, aunque también existen algunas en Sudamérica. La segunda categoría incluye únicamente colonias españolas, como México y Perú, que se caracterizaban por una relativamente alta densidad de población nativa que sobrevivió a la conquista, y por la distribución entre un grupo privilegiado (los encomenderos) de bloques de mano de obra nativa, tierras y recursos minerales. Este segundo tipo de colonias utilizó fuertemente la mano de obra nativa con bajo nivel de capital humano en vez de mano de obra esclava. Sin embargo, en las primeras dos categorías de colonias existía una diferencia racial entre las elites y la mayor parte de la población. La última categoría de colonias americanas tiene su centro en la parte norte del continente, incluyendo los casos de Estados Unidos y Canadá. Con la excepción del Sur de los Estados Unidos, estas economías no estaban dotadas con abundante población originaria que pudieran servir de mano de obra, ni con climas y suelos que les dieran una ventaja comparativa para la producción de cultivos caracterizados por economías de escala y mano de obra esclava. Por estas razones su desarrollo, especialmente en la región al norte del Chesapeake estuvo basado en mano de obra de ascendencia Europea que tenía relativamente altos niveles de capital humano (Engerman y Sokoloff, 1997: 272-4).
De acuerdo a estos autores, la matriz de nuevas instituciones Americanas proporcionó las bases políticas para el desarrollo económico a largo plazo. Fueron elementos fundamentales, desde su perspectiva, el énfasis en los derechos individuales económicos y políticos, incluyendo la representación política, iniciativa individual, derechos privados de propiedad, actuación limitada del gobierno y libertad política. Sostienen que todos ellos eran articulados por sistemas de representación política local y las asambleas coloniales, "los principales bastiones de libertad económica, política y religiosa" (North et al. 2000: 36). Adicionalmente, el federalismo preservador del mercado reducía la influencia de la política nacional, al mismo tiempo que ponía un límite a la búsqueda de ganancias, y permitía a estados y regiones con muy diferentes preferencias delinear estructuras legales diversas (North et al. 2000: 37).
El estudio del caso Latinoamericano muestra, de acuerdo a esta perspectiva, una combinación opuesta de factores. Las bases políticas del orden en el Imperio Español estaban fundadas sobre una organización corporativa de la sociedad y la política, compuesta predominantemente por el ejército, la iglesia, la nobleza y clases terratenientes. De acuerdo a estos autores, el sistema español proveyó las bases para un orden político autoritario, que no proporcionó incentivos para el crecimiento económico de largo plazo (North et al. 2000: 41). En lo referente a la regulación mercantil imperial, sostienen que restringió el comercio y por lo tanto el crecimiento económico en las colonias, limitando el número de puertos y conspirando contra el establecimiento de un mercado común entre las colonias (North et al. 2000: 42). En síntesis, el mercantilismo español parece haber estado diseñado para maximizar la extracción de recursos de las colonias a favor de la Corona, a un costo considerable para el desarrollo económico colonial. Esto habría sido contrario al sistema federal del Imperio Británico, supuestamente diseñado para maximizar el desarrollo económico dentro de la totalidad del Imperio (North et al. 2000: 43).
Link: Revista Patoruzú