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tomas0402
Un día me contaron una extraña historia. Me aseguraron que era cierta.
Paseando una tarde de verano, me encontré con un viejecito que tomaba el fresco sentado en una piedra bajo un árbol. Le saludé y comencé a charlar con él. Y me contó este relato:
<<Hace tiempo había un señor muy rico que tenía una gran finca, muy extensa. Tenía muchos empleados.
Para la gran piara de cerdos había dos porqueros. Dos pastores cuidaban el rebaño de ovejas. Para labrar la tierra y sembrarla seis labradores, con seis pares de mulas. Dos hortelanos estaban encargados de regar y cuidar una extensa huerta.
Tenía caballos de raza, a los que limpiaba y daba de comer un caballerango; siendo un vaquero el que cuidaba y ordeñaba una veintena de vacas de leche.
Tres cocineras y seis doncellas atendían las necesidades del señor y sus invitados. Al ser una finca con muchas perdices y conejos, eran dos los guardas encargados de vigilar que no hubiera cazadores furtivos.
Administrador, encargado, chofer y dos empleadas de limpieza completaban la servidumbre.
Un día que el señor fue a oír misa, el sacerdote estaba dando el sermón desde el púlpito, y era el tema ese de “¡Ay de vosotros, ricos!...”.
Cuando el señor salió de la iglesia, no le corría sangre por las venas. Decidió vender la finca.
El señor que la compró dijo que no quería empleados; él ya tenía los suyos.
El señor mandó al administrador que hiciera la liquidación de salarios de todos los empleados, incluido el administrador, pues los iba a despedir.
El último día llamó a todos y les dijo:
Siento hacer esto, pero el nuevo propietario no quiere empleados.
Yo por mi parte, y como dice el evangelio, no quiero perder mi alma. En cuanto a vosotros, espero que Dios os ayude, pues como también dice el evangelio: el Padre cuida de sus hijos; de lo cual, tampoco me cabe duda. Gracias por todo.
El señor entregó a la iglesia todo el dinero, para que lo repartiera entre los pobres. Nunca se supo de él.
De las treinta personas que quedaron en la calle con sus respectivas familias, tampoco se supo>>.
Bueno, esta es la extraña historia que me contó aquel viejecito, de pelo muy blanco.
Yo, antes de despedirme de él le pregunte.
-¿Y usted cómo es que sabe esta historia?-
-Yo era uno de los dos porqueros-.