Mientras los creyentes debaten porque cada uno interpreta cosas distintas sobre un mismo versículo o pasaje de la Biblia, los no creyentes hacemos una lectura más mundana de ella.

Si leemos el Génesis como otro libro cualquiera, podemos ver que se dan ciertas anomalías.

Me refiero a la creación, prueba y caída del Hombre.

Dios crea a la pareja humana perfecta, pero dentro de esa perfección no entraba el conocimiento del bien y del mal.
Les pone una prueba, y deliberadamente les oculta las consecuencias más graves derivadas de su incumplimiento: enfermedades; dolores; injusticia; hambre; miseria; desesperación…
Bueno; también podría tratarse de un añadido de última hora, al no considerar suficiente la muerte como castigo.

El ser humano, dentro de su imperfección, intenta ser justo. Por este motivo, es de ley que nadie pueda ser juez y parte.

Pero en el Edén no hubo ninguna garantía de justicia. Dios fue juez y parte. Y, como era de esperar en tal situación, la condena no se correspondió con el delito. Fue exagerada. Y como tal, injusta.

A favor de Adán y Eva existían atenuantes: no conocían la maldad; no conocían el bien y el mal. No tuvieron abogado defensor. No se respetaron sus derechos.

Y todos ya conocemos la deriva tan absurda de esta historia.