Varias veces en este mismo Foro he citado a Guizot, en su “Historia de la Civilización en Europa”. La obra no es otra cosa, que la conformación del continente bajo el prisma liberal del siglo XlX. El análisis de los acontecimientos y las circunstancias que los rodean es estudiado por la aguda mirada del autor. De educación calvinista llega a lograr alto cargo politico en la convulsa Francia de su siglo. Estos ultimos aportes y algunos de los que vienen tienen la impronta de su pensamiento. A este autor he agregado las tesis de Paul Jhonson en su “Historia del Cristianismo”. Aclaro que este último fue tambien politico, en el gabinete de Margaret Teatcher, en Inglaterra. Mi trabajo ha sido el traducirlos a “roman paladino en el que el pueblo habla a su vecino” que diría Berceo.
Repasando aportes anteriores y no tan lejanos nos encontramos con la figura de Enrique lV de Francia. Su famosa frase “París bien vale una misa” nos ayudara a situarlo en el tiempo. Es una hora de guerras fratricidas, en las que se mezclan religión e intereses. Hay un gran baño de sangre hugonete en la llamada “Noche de San Bartolomé” que da lugar al Edicto de Nantes. Francia sigue otras politicas y se engrandece. Incluso le arrebata la hegemonía a España.
Una palabra de uso poco comun, que empleé en aporte anterior es “ereneico”. Tiene raíz en el griego y su acepción es la de paz (Irene, nombre femenino tiene el mismo significado). Más no es solo una paz que puede ser momentánea para remediar una situación. Lo es al estilo de aquel humanista Erasmo de Rotterdam, al que ya he citado. La que está contenida en los párrafos de Giordano Bruno, el que fue quemado en la hoguera. Esa paz debida a la convicción interior y reforzada por el consenso de todos es la que busca Enrique lV, que ademas de lograr la hegemonía francesa ha conseguido que Francia sea asi mismo centro del pensamiento católico.
Michel de Montaigne es autor católico. Amigo personal de Enrique lV rechaza cargo en la corte, pero colabora con el rey. Tiene dos hermanos muertos a causa de las guerras religiosas y sabe de lo que escribe. Nos indica que ambas partes beligerantes, católicos y protestantes han manipulado a la Religion para su causa. Es preciso pues, una reconciliación y que se forme una “comunidad cristiana en Europa”. Idea utópica que contagia al mismo monarca, pero que no cuenta con la oposición que le hace el eje Habsburgo-Papa-Jesuitas.
Entre finales del siglo XVl y primeros del XVll Francia da un nuevo esplendor al Catolicismo. Destacan figuras como la de Vicente de Paul, que funda las “Hermanas de la Caridad”; Juan Fcº de La Salle, que funda centros salecianos de enseñanza profesional; y el nacimiento de la Trapa. Pero a la vez que tienen lugar estas manifestaciones nacen las discusiones teológicas. No queda claro aún la relación gracia divina y libre voluntad humana, y jesuitas y dominicos se aprestan al combate. Cosa dicho sea de paso, que no ha ocurrido nunca en la Iglesia Ortodoxa. Allí hay monacato. Lo que no existe es diversidad de ordenes religiosas que pugnen entre sí. La Ortodoxia se ha plegado dentro de lo posible, al poder temporal. Ambos factores han hecho imposible le herejía interior.
Cuando se trató del Concilio de Trento vimos que a la gracia divina y la libertad del hombre había que añadir, según el Catolicismo, un tercer factor, las obras meritorias. Lo que se dejo en el aire por los padres conciliares fue el modo de esa cooperación. El jesuita Luis Molina pone énfasis en la libertad humana para la salvación personal. Es lo que se denomina “Molinismo”. Sus críticos encabezados por el dominico Bañez piensan que esa doctrina no respeta la omnipotencia (poder) ni la causalidad divinas. Asi las cosas, los jesuitas molinistas acusan a los dominicos bañecianos, de tendencias calvinistas. A lo que estos ultimos respondían tildándolos de semipelagianos reductores de la acción de la Gracia.
Tan poco explicito fue el Concilio de Trento, que una vez la Santa Sede toma cartas en el asunto estudia la cuestion durante nueve años. No se consigue una solución al no pronunciarse Paulo V por ningún bando. Tal vez por el eco de Montaigne y para acabar con la contienda prohíbe que “al tratar esta cuestion nadie califique a la parte opuesta a la suya o la note con censura alguna”. Postura ratificada definitivamente por Urbano Vlll, en el año 1654.
En su decreto sobe la justificación el Concilio de Trento establece que la Gracia es necesaria para realizar una acción salvífica y que la voluntad sigue siendo libre. Bajo el influjo de esa gracia se puede cooperar con ella o rechazarla. Por lo cual, en la realización del acto saludable existe una cooperación entre gracia y libertad. Lo que se preguntan los teólogos postridentinos es sobre el motivo de la eficacia de la Gracia. Dado que el Magisterio no se pronuncia deviene la incognita: ¿ Estriba la eficacia en la Gracia misma o en la libre voluntad del hombre? Duda que se refleja hasta en el teatro. Fray Gabriel Tellez (Tirso de Molina) en “El Condenado por Desconfiado” se plantea bien el debate.
La llegada de Jansenio, que como hiciera Pelagio atribuye la salvación solo a la libertad, negando la necesidad de la Gracia viene a complicar el problema. Lutero había atribuido la salvación solo a Dios. El Magisterio Católico no admite enfrentamiento. Amparandose en Tomas de Aquino afirma que el acto salvífico viene de Dios y el hombre. Más exastamente del hombre, en cuanto que creado, conservado y actualizado por Dios.
En realidad estas discusiones sobre la relación entre la Gracia divina y la libertad humana se habían debatido en el seno del Concilio de Trento. Los jesuitas Domingo Laínez y Alfonso Salmerón defendieron la postura de la libertad humana frente al determinismo protestante. El tambien jesuita Francisco Suarez había tomado antes esa posición. Decia que el fundador Ignacio de Loyola así lo reflejaba en sus “Ejercicios Espirituales”. Venia a decir que en la confianza de ser salvo olvidaban el obrar.
En el catolicismo la semilla de la discordia la siembra Miguel de Bey, que latiniza su nombre por Bayo (1513/89). Sus inquietudes le llevan a buscar en las Escrituras y en los Padres de la Iglesia, con preferencia de Agustín. Actuaba como profesor de la Universidad de Lovaina, en sustitución del titular Ruad Tapper que asistía a los debates de C. Trento. A los alumnos les decia al tratar el tema de Gracia santificante e integridad, que no son dones preternaturales o sobrenaturales. Lo son del hombre. Los méritos no son de la Gracia. Este optimismo lo contradecía al afirmar que “Todo pecado merece condenación eterna”.
Considera al hombre como naturaleza caída tras el pecado original (Se acerca a Lutero) La voluntad esta esclavizada por ese pecado y la concupiscencia. Es Cristo quien repara. Todo lo bueno que hace el hombre se debe a la caridad teológica sobrenatural. Todo amor que no sea sobrenatural es vicioso.
Es a partir de ahí cuando se inicia la polémica “Auxilis”. Como he indicado tiene ademas de carácter filosófico y teológico, mucho de rivalidad entre ordenes religiosas. Polemica ya reflejada y que continua con Jansenio, en realidad heredero del “bayarismo”. Junto a su amigo y condiscípulo Duvergier se siente llamado a purificar la Iglesia. Pensaban que limpiarla de filosofía aristotélica y devolverle la severidad de antaño. Tras los diversos azares de sus vidas Cornelio Jansenio llega a se profesor de la Universidad de Lovaina y mas tarde obispo de Ipres. Su tratado sobre la Gracia se funda en las mas rigidas tesis de Agustín en sus controversía con Pelagio. Donde se subraya la fuerza de la Gracia otorgada por Dios a los predestinados. La impotencia del hombre para obtener la salvación.
En Francia quien introduce el jansenismo es su amigo, convertido ya en Abab de Saint Cyran. Cobra fuerza en el monasterio de monjas del Cister, Port-Royal. Allí la madre Angelica Arnauld instaura una férrea disciplina. Se establece un movimiento, en el que a traves del tiempo intervienen los jesuitas. Pascal escribira contra ellos sus famosas “Cartas Provinciales”. En el año 1642 viene la condena papal al “Augustins”. Elconflicto duró hasta el siglo XVlll