Daniel escribió por inspiración
acerca del tiempo exacto
en que el Mesías aparecería en la Tierra.
La profecía dijo, en parte: “Hay setenta semanas
que han sido determinadas sobre tu pueblo
y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión,
y para acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error,
y para introducir la justicia para tiempos indefinidos,
y para imprimir un sello sobre visión y profeta,
y para ungir el Santo de los Santos.
Y debes saber y tener la perspicacia de que desde
la salida de la palabra de restaurar
y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo,
habrá siete semanas,
también sesenta y dos semanas”. (Daniel 9:24, 25.)
¿Se trataba aquí de “semanas” literales?
No, pues las cosas profetizadas aquí
tocante al Mesías no acontecieron todas
dentro de un período de 70*semanas, o menos de año y medio.
Éstas resultaron ser “semanas”
en las cuales cada día contaba por un año.
(Compare con Números 14:33, 34.)
“La palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén”
salió en el año vigésimo del rey persa Artajerjes,
llamado Longimano (Nehemías 2:1-18).
Desde que éste comenzó a gobernar en 474 a.*de*la*E.C.,
su vigésimo año fue 455*a. de la*E.C.
Por eso, las 69*semanas de años
desde ‘la palabra de reedificar a Jerusalén
hasta Mesías el Caudillo’ sumaron 483*años (7**69)
y se extendieron hasta el 29*E.C.
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)