Pablo era un judío fariseo, formado en la escuela de Gamaliel.
Y un judío fariseo no iba a ignorar a las mujeres...

Pablo estaba cooptado hasta los huesos por la cultura grecoromana.
Desde un principio buscó invisibilizar a las mujeres, rebajarlas y quitarles cualquier participación activa, tal como era usual entre los romanos y ello sin ignorar que Jesús consideraba a las mujeres como iguales, para Pablo, por el contrario la mujer debía mantenerse callada y sometida al hombre en todos los aspectos, ya que “el varón es la cabeza de la mujer” (1era de Corintios 11, 3).