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Otras enfermedades que se disminuye el riesgo con una dieta vegetariana, incluyendo ayunos, son la diabetes, la insuficiencia renal, daños hepáticos, enfermedades resultado por autoanticuerpos, así como la demencia.

Los vegetarianos tienen mejor funcionamiento gastrointestinal debido a la menor probabilidad de tener constipación (algo muy desagradable por los efectos negativos en la absorción de sustancias tóxicas acumuladas de la materia fecal, además del malestar psíquico que a muchos provoca), menor acidez, menor divertículos, entre varios beneficios demostrados. Incluso el reflujo esofágico es menos frecuente en vegetarianos que en omnívoros.

En enero del año 2013, tomando bases de datos de buscadores importantes (Medline, EMBASE, y otras), donde se expone casi todas las más prestigiosas publicaciones de investigación de salud, investigadores de las Universidades chinas de Zhejiang y Sun Yat-Sen han concluido (lo que permite despejar toda duda) que las personas que siguen dietas vegetarianas tienen una incidencia significativamente menor, comparados con omnívoros, de desarrollar enfermedades cardiovasculares y de morir por algún tipo de cáncer, en aproximados 30% y 20 %, respectivamente. Es relevante esta revisión estadística porque actúa a manera de conclusión de las más importantes investigaciones en conjunto, llevadas a cabo durante los últimos años.

En otra importante investigación, publicada en la revista Cell Metabolism, a principio del 2014, se ha concluido que el consumo de proteínas animales (los investigadores se han referido a cualquier tipo de carne, sea roja, blanca, es decir, vaca, cerdo, pollo, pescado, etc), aumenta hasta 4 veces más el riesgo de morir por algún tipo de cáncer y hasta un 75% el riesgo de muerte por enfermedades provocadas por el consumo de proteínas animales (los investigadores demostraron que el consumo de proteínas de origen animal eleva un factor clave en el desarrollo cancerígeno, como es el Factor de Crecimiento Insulínico tipo 1, IGF-1)

Es importante volver a destacar que las enfermedades en que se ha demostrado la disminución en su incidencia por adoptar una dieta vegetariana, son las primeras causas de muerte por motivos circunscriptos a la salud, y en conjunto, corresponden a la mayor parte de las causas de defunciones en ciudades del mundo.

Considero importante analizar por qué en ciertas investigaciones se observa que la diferencia entre vegetarianos y no vegetarianos, en cuanto a a tasas de cánceres, no es tanta la diferencia a favor de los vegetarianos. La posible explicación la podríamos encontrar en al menos un factor: el alto consumo de suplementos dietarios. El consumo de hierro y vitamina B12, que tanto insisten los nutricionistas a los que llevan una dieta vegetariana, podría ser la explicación. Existen muchas investigaciones que colocan al Hierro como un factor independiente del desarrollo de varias patologías, entre las cuales están ciertos o la mayoría, o quien sabe, todos, los cánceres. Ahora, es normal que muchos vegetarianos, asustados por erróneos conceptos de nutrición, anticuados, consuman altas cantidades de suplementos dietarios. Existen investigaciones que han demostrado que los altos niveles de vitamina B12 en sangre están relacionados con el desarrollo de altas tasas de cáncer. Por lo tanto, todavía no se ha logrado llevar a cabo investigaciones con puros vegetarianos, es decir, sin uso de suplementos dietarios comparados con quienes si consumen. En esta diferencia podríamos encontrar las respuestas de los confusos resultados que algunas investigaciones han brindado.


Pero no todo es salud física. Además los vegetarianos son menos tendientes a la ansiedad y depresión, dos males tan comunes como los otros.

Entre los principales antioxidantes existentes, benéficos para el metabolismo humano, están los polifenoles, sustancias que, en la casi totalidad, se encuentran en el reino vegetal. Dentro de este grupo están los flavonoides, compuestos con actividades muy variadas como son las inmunoestimulante e inmunomoduladoras, antibiótica, antiviral, antioxidante, estabilizadoras de membranas, anticancerígenas, flevotónicas, reductoras de riesgo cardiovascular. En general los flavonoides actúan protegiendo de la gran mayoría de las enfermedades que nos aqueja. En mi opinión, los polifenoles, por sus innumerables propiedades terapéuticas, no se les da el lugar que deberían tener en la farmacología clínica. Otros poderosos antioxidantes conocidos son la vitamina C (presente en cítricos, tomates, etc), vitamina E (presente en aceites vegetales), los carotenos (presente en espinacas, acelgas, coliflor, berro, perejil, zanahoria, etc).

Las grasas vegetales, en general, son insaturadas, con grandes beneficios cardiovasculares (entre otros beneficios), y además, existen en el reino vegetal, los fitoesteroles, a veces llamados “colesteroles vegetales”, con propiedades opuestas al colesterol animal, de la dieta y del producido por las personas (respecto a sus negativos efectos aterogénicas). Los fitoesteroles, entre otras actividades, impiden la absorción intestinal del colesterol.

Nuestra estructura anatómica comparada con los animales herbívoros, omnívoros y carnívoros, revela que no somos omnívoros ni carnívoros: los humanos tenemos molares desarrollados, caninos no cónicos y pequeños (incapaz de desgarrar músculos y piel), saliva con enzimas para los carbohidratos (ptialina), acidez estomacal suave (incapaz de coagular proteínas musculares crudas), longitud intestinal proporcionalmente grande respecto a la distancia boca – ano (observación: no todos calculan correctamente esta proporción, tal es el caso de los autores Testut y Latarjet en su libro de anatomía humana), estómagos pequeños, pequeña apertura bucal (los animales carnivoros tienen, en general, una gran apertura bucal), tener uñas en vez de garras, transpiración a través de la piel (los carnívoros usan mucho la lengua y el aparato respiratorio para eliminar calor), natural rechazo psíquico a la sangre, a lo muerto y a lo que está en estado de descomposición, entre muchos otros puntos comparativos (para ver un análisis comparativo más detallado, ver el efectuado por Dr. M Mills “LA ANATOMÍA COMPARADA DE LOS ANIMALES”, http://nutricionvegetarianaantelaciencia.blogspot.com/ ).

Con respecto al tema de lo muerto y en descomposición, hay que aclarar lo siguiente: cuando un animal muere, su cuerpo inmediatamente comienza a descomponerse, siendo éste un proceso irreversible, que sólo puede ser enlentecido, no frenado, a través por frio. Esto significa que, cuando se come algún tipo de carne, se está comiendo productos en descomposición, o mejor dicho, en algún grado de putrefacción. En el caso de los vegetales, cuando se saca un fruto no maduro de alguna planta, el mismo sigue un proceso de maduración previa, y no de descomposición de la manera que ocurre en los cadáveres animales. Cuando tenemos hojas de algún vegetal, sin sus raíces, observemos que tiene otro sistema de vida, ya que muchas pueden ser plantadas dando origen a una nueva planta.