Maria laura

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hechos 2:40

40 Y con muchas otras palabras dio testimonio cabal y siguió exhortándolos, diciendo: “Sálvense de esta generación torcida”. 41 Por lo tanto, los que abrazaron su palabra de buena gana fueron bautizados, y en aquel día unas tres mil almas fueron añadidas

Esas tres mil almas o personas que viajaron a la fiesta de pentecostes
abrazaron la palabra y se quedaron alli
no tenían casa ni comidas por que viajaron a la fiesta y se quedaron a a prender con los demás cristianos


Estos cristianos recién convertidos
necesitaban ayuda comida y albergue.

No es que vivian alli recostados a los demás como una carga.

las Escrituras, aconsejan que el cristiano
haga trabajo duro,
haciendo con las manos lo que sea buen trabajo,
para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad

(Efesios 4:28).


(1 Tesalonicenses 4:11)
y a tener como mira suya el vivir en quietud
y ocuparse en sus propios negocios
y trabajar con sus manos, tal como les ordenamos;



(2 Tesalonicenses 3:10)
De hecho, también,
cuando estábamos con ustedes,
les dábamos esta orden:
“Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma”.




(Proverbios 13:4)
El perezoso se muestra deseoso,
pero su alma nada [tiene].
No obstante,
la mismísima alma de los diligentes será engordada.



(Proverbios 20:4) A causa del invierno,
el perezoso no quiere arar;
mendigará en el tiempo de la siega,
pero no habrá nada.




(Romanos 12:11) No sean holgazanes en sus quehaceres.
Fulguren con el espíritu.
Sirvan a Jehová como esclavos.



(1 Timoteo 5:8) Ciertamente si alguno no provee
para los que son suyos,
y especialmente para los que son miembros de su casa,
ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.



El aprecio de la generosidad de Jesucristo promovió un espíritu excelente de dar entre los cristianos primitivos. De la situación que existió poco después de haberse fundado la congregación cristiana se nos dice: “No había ningún necesitado entre ellos; porque todos los que eran poseedores de campos o de casas los vendían y traían los valores de las cosas vendidas y los depositaban a los pies de los apóstoles. A su vez se distribuía a cada uno, según tuviese necesidad.”—Hech. 4:34, 35.

Este arreglo fue particularmente apropiado en vista de las circunstancias de entonces. En aquel año 33 E.C. muchos judíos y prosélitos habían venido a la fiesta del Pentecostés. No habían tenido la intención de prolongar su estadía en la ciudad. Sin embargo, al haber recibido un poderoso testimonio por parte de Pedro, y luego por otros, miles de ellos se hicieron creyentes respecto a Jesucristo. Estos nuevos discípulos todavía tenían mucho que aprender y necesitaban el estímulo y el fortalecimiento que los apóstoles podían darles. Por lo tanto, la generosidad de sus compañeros creyentes hizo posible que ellos permanecieran por más tiempo en Jerusalén para que se les pudiera estimular espiritualmente.