Deberíamos follar un poco para olvidarnos de todo, como los problemas económicos, la mala salud, tu depresión, mi alcoholismo, los asuntos ajenos que cargamos, el amor y la falta de este.

Que con cada gemido se escapen algunas lágrimas añejadas por el tiempo, con cada gota sudada purgar las dudas y con cada orgasmo alcanzado compartir el olvido.


Pero no tanto que tu piel se convierta en un vicio ni mi habilidad una necesidad, pero lo suficiente como para seguir viviendo sin ser tan infelices.

Por el simple gusto de hacerlo y no llamarlo amor.

Porque entre tus piernas no hay más que paz, tu tacto reconforta y el mío consuela.

Porque conozco tu tristeza que es tan igual a la mía que de no ser hermanas serian íntimos amantes.

Porque conocemos los riesgos de una inversión sentimental fallida a largo plazo, con grandes intereses y una física de inversión corta y ganancia fugaz.

Porque me atraes y tú me evitas como si tuviera lepra y las mujeres solo me evitan de esa manera por una de dos razones: me odian por algo que les hice o porque comparten esa angustiosa necesidad de follar un poco.