Aquellos que tienen la misión de asistir al espíritu doliente tratan de poder presentarse a las mentalidades investigadoras con una explicación razonable de los misterios espirituales, robusteciendo así su vacilante fe y ligándoles de nuevo a la Iglesia, en vez de contestar con dictados y dogmas no tolerados por la razón, y que abrirían de par en par las compuertas a las olas enfurecidas del escepticismo y arrastrarían al buscador de la luz fuera del camino del cielo para llevarle a las sombras de la desesperación materialista.

(EI, pág 164).
Max Heindel.