Cuando Cristo andaba por la Tierra y curaba a los enfermos, Él, siendo el Señor del Sol, encarnaba dentro de sí la síntesis de las vibraciones estelares, como la octava contiene dentro de si todos los tonos de la escala, y, por consiguiente, El podía emitir de Sí mismo la verdadera influencia planetaria correctiva tal como la requería cada caso.
(EI, pág 192).
Max Heindel.