"PALABRAS DEDICADAS AL DESNUDO"

Escucho tus suspiros y comprendo
que corre ya la noche, que se agita,
que busca ese lugar donde esconderse,
fugándose, perdiéndose en la fuga,
rogándole al aliento que combata,
que sepa resistirse a los destellos,
si advierto en la belleza de tu frente
que el alba se contempla en tu desnudo.

Y siento tus lamentos, esas voces
que llegan redactando sus querellas
detrás de los cristales, las cortinas
y las contraventanas que escucharon
noticias del color del alba clara
que asoma por los montes y los valles,
que advierten la belleza de tus senos,
si el alba se contempla en tu desnudo.

Por eso, si te miro, soy culpable
del alba de derrama sus colores
por esos feudos claros que te visten,
por esos feudos claros que te habitan,
si es cierto que te habitan los dorados
que dieron el otoño a la mañana
que supo en la belleza de tus senos
que el alba se contempla en tu desnudo.

Y siento que es verdad lo que me dicen
los cantos de las aves que despiertan
mis ojos con la miel que mis oídos
supieron en el aire que madruga,
al ver que, con la luz del alba fría,
te vuelves como escarcha en este lecho
que dicta tu belleza entre las sábanas
del alba que conoce en tu desnudo.

Y el alba que conoce en tu desnudo,
la llama que conoce en tu desnudo,
o, simplemente, el eco de la noche
que dice que conoce en tu desnudo
-si es cierto que conoce tu desnudo-,
dirán, ya que conocen tu desnudo,
que tú eres esa voz, la que despierta
detrás de las montañas y cordales.

Y, siendo que conocen tu desnudo
-pues dices que conocen tu desnudo-,
podrán decir los versos que escribieron
las artes y el ingenio de otros días
que todo ha renacido en tu desnudo,
que todo es parte ya de tu denudo,
pues viven hoy los valles y los montes,
la noche y la mañana, en tu desnudo.

Y sé que, si denuncio tu desnudo,
denuncio cada escarcha junto al lago,
la voz de aquella escarcha que refleja
la llama de la aurora que renace,
los brillos de la aurora que renace,
que vive nuevamente en tu desnudo,
si admite en la belleza de tu frente
que el alba se contempla en tu desnudo.




2017 © José Ramón Muñiz Álvarez