Algunos compañeros de este foro, como María Laura, Esperanza y quizá Porque25, han inundado este foro con una rara creencia: que hacerse rico implica una maldad fundamental: perjudicar a los pobres.
Yo creo que es posible hacerse rico ejerciendo muchas virtudes, tales como
- trabajar arduamente
- ser sabio o prudente
- evitar placeres irracionales
- colaborar con los otros
- decir la verdad, cumplir los compromisos
- honrar el trabajo de otros
- ejercer la razón e inteligencia
Creo que, en la parábola de los talentos (Lucas 19:11-27), Jesús alaba a los siervos que hacen crecer un capital inicial, y condena al que estanca ese capital por miedo.
Mi pregunta a Esperanza, Maria Laura y Porque25, nuevamente, es
"¿Es posible hacerse rico sin perjudicar a los pobres?"
Si su respuesta nuevamente es que NO, quisiera que me indicaran si NUNCA en su vida han conocido a personas ricas que han forjado su riqueza BENEFICIANDO a su comunidad, entre ellos los pobres de su comunidad.
Si nunca las han conocido, quizá deba presentarme a ellos, pues soy uno de esos ricos.
No hablo de riqueza espiritual. Hablo de riqueza material.
Probar que soy rico es fácil. Miren:
Disfruto de aire acondicionado cuando lo necesito.
Cuando vuelo más de cuatro horas, viajo en business class.
Manejo un auto Vollskwagen Passat.
Uso una laptop, un celular y una iPad.
Tengo un seguro de gastos médicos mayores excelente.
Puedo ponerme cuando lo deseo un traje con alguna de mis 15 corbatas de seda, o cubrirme del frío con más de cinco chaquetas.
Mi cama es King Size y super cómoda: además puedo levantarla para almacenar bajo ella muchas cosas.
Tengo un piano que toco con el corazón, un televisor LED y estoy suscrito a Netflix, con acceso en total a centenares de programas o películas, algunas que me dejan mucho para reflexionar o me llevan al llanto o a la risa.
Mis hijas estudian en una buena universidad y no carecen de ningún recurso para su educación como computadoras, internet, transporte, etc.
Como fundamentalmente lo que me apetece cuando me apetece.
Tengo un hermoso y vasto parque en frente del edificio donde vivo donde puedo correr y disfrutar de un día de campo con mi esposa.
En este momento les escribo desde el paradisiaco Cancún en donde estoy pasando unas breves vacaciones.
¿Soy rico?
Por supuesto. Muy, muy rico.
¿Me avergüenza?
No.
Al contrario. Me llena de alegría.
¿He perjudicado a algún pobre?
No.
He beneficiado a miles (quizá millones, porque colaboro para el desarrollo de nuevas alternativas terapéuticas para enfermedades que matan a millones)
¿Debo de seguir la instrucción que dio Jesús a ese joven rico? ¿O debo hacer lo que el Amo esperaba que los siervos a quienes dio monedas hicieran? (Lucas 19:11-27)
Más bien debo seguir la instrucción que dio el Cristo Retornado, Bahaullah.
Según Bahaullah, debo usar mi riqueza para seguir generando más riqueza para la humanidad.
Cuando el trabajo se hace con espíritu de servicio, dice Bahaullah, el trabajo se convierte en una forma de adoración.