Jueves 14 de diciembre
El celo por tu casa me consumirá
(Juan 2:17).

Los israelitas fabricaron el tabernáculo siguiendo las instrucciones de Jehová (Éx. 25:8). Siglos más tarde edificaron un templo (1 Rey. 8:27, 29). Y después de volver del destierro en Babilonia, se reunieron en sinagogas (Mar. 6:2; Juan 18:20; Hech. 15:21). Los primeros cristianos llevaban a cabo reuniones en casas de distintos miembros de la congregación (Hech. 12:12; 1 Cor. 16:19). Y hoy día, los cristianos adoramos a Jehová y aprendemos de él en miles de salas de reuniones a las que llamamos Salones del Reino. El amor que Jesús sentía por el templo era tan grande que hizo pensar a sus discípulos en las palabras del texto de hoy (Sal. 69:9). Claro, no podemos decir que los Salones del Reino sean la “casa de Jehová” tal como lo era el templo de Jerusalén (2 Crón. 5:13; 33:4). Pero aun así, son lugares que merecen todo nuestro respeto


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