Lunes 11 de diciembre

Jesús cedió a las lágrimas (Juan 11:35).

A Jesús le dolía en el corazón ver sufrir a la gente.
Por ejemplo, cuando vio el dolor que sentían
los familiares y amigos de Lázaro por su muerte,
lloró. Y eso que sabía que lo iba a resucitar (Juan 11:33-36).
A él no le daba vergüenza expresar sus sentimientos.
Quienes lo observaron se dieron cuenta
del cariño que sentía por Lázaro y su familia.
Amaba tanto a su amigo que usó el poder
que le había dado Jehová
para devolverle la vida (Juan 11:43, 44).

Jesús es “la representación exacta” del Creador (Heb. 1:3).
Por eso, sus milagros nos enseñan que
su Padre también desea borrar de la Tierra
el dolor que ocasionan la enfermedad y la muerte.

En el pasado,
Jesús resucitó a algunas personas.
Pero pronto él y su Padre resucitarán
a muchísimas más, como él mismo aseguró:
“Viene la hora en que todos los que están
en las tumbas conmemorativas saldrán” (Juan 5:28, 29).


FUENTE DE LA INFORMACIÓN
https://wol.jw.org/csn/wol/h/r379/lp-lsc