Viernes 22 de diciembre

Pedro llevó aparte a Jesús y comenzó a reprenderlo, diciendo:
“Sé bondadoso contigo mismo, Señor;
tú absolutamente no tendrás este destino”

(Mat. 16:22).


Pedro le dijo a Jesús que no tenía por qué dejarse matar. Jesús sabía que las intenciones de Pedro eran buenas, pero que su razonamiento era equivocado. ¿Cómo los ayudó a él y a los demás discípulos? Primero, corrigió a Pedro, luego explicó lo que les pasaría a quienes se negaran a hacer la voluntad de Dios cuando se presentaran dificultades, y por último dijo cuáles serían las recompensas de estar dispuesto a sacrificarse (Mat. 16:21-27). Sin duda, el apóstol aprendió la lección (1 Ped. 2:20, 21). Padres, pídanle a Jehová que los ayude a entender cómo y cuándo ayudar a sus hijos (Sal. 32:8). Por ejemplo, ¿podrían detectar los síntomas si la fe de sus hijos se estuviera debilitando? Quizás su entusiasmo haya disminuido, se aíslen demasiado, hablen mal de otros hermanos o actúen como si estuvieran ocultando algo. Aunque no deben precipitarse a concluir que sus hijos llevan una doble vida o han cometido un pecado grave, tampoco deben ignorar esos síntomas ni pensar: “Ya se les pasará”