Y para que veas que te entiendo, te voy a contar algo sobre mí que me cuesta mucho cambiar, nada más por ayudar. Creo ser controladora, muchas veces deseo que las cosas se hagan como a mí me gusta y si no es así, me descontrolo un poco. La realidad es que nadie, absolutamente nadie está a mi total servicio y no puedo controlar el mundo. ¿Para qué me estreso y me molesto? Lo que gano es que se alejen de mí y me vean como un bicho raro; situación por demás incómoda y preocupante. Lo digo porque si llegas a ser obsesivo con las mujeres, ellas no van a querer estar a tu lado, porque sentirán que las responsabilizas de tu felicidad o infelicidad.

No sé si continuar...

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