Cuando las personas (e instituciones) tienen unas tesis tan arraigadas que ni siquiera se plantean que puedan estar errados, que los hagan dudar, aunque no haya evidencias de sus creencias.
Y llegan al punto en que ansían que les den "pruebas" y "testimonios" que confirmen lo que creen.

Eso sucedió mucho en el siglo XIX en los inicios de la arqueologia como la conocemos.
Cuando Schliemann descubrió Troya basándose en la Ilíada, ya muchos arqueólogos aficionados se estaban dedicando a corroborar los hechos bíblicos con hallazgos arquitectónicos.
Muchas veces conseguían financiamiento en instituciones religiosas, generalmente de corte reformado, protestante o evangélico.

Pero eso no se detuvo en el siglo XIX, sino que continuó en el siglo XX y hasta la actualidad (con numerosísimas paginas y sitios web, e inundaciones de vídeos).

Uno de los mas famosos fue, y aun lo es, Ron Wyatt.
Este enfermero y arqueólogo aficionado alegó en vida haber realizado estos descubrimientos:


El Arca de Noé, en el sitio arqueológico de Durupinar, ubicado a 18,25 millas al Sur del Monte Ararat.
Anclas de piedra usadas por el Arca de Noé.
La casa y las sepulturas de Noé y su esposa.
Los restos de Sodoma y Gomorra.
Piedras de azufre entre las cenizas de Sodoma y Gomorra.
La Torre de Babel, al Sur de Turquía.
La forma en que los egipcios construyeron las pirámides.
El lugar donde los israelitas cruzaron el Mar Rojo, ubicado en el Golfo de Aqaba.
Ruedas de carros y otras reliquias del ejército del Faraón, ubicados en el fondo del Mar Rojo.
El sitio del Monte Sinaí bíblico, en Arabia Saudita.
La roca del Monte Horeb desde donde manó agua cuando fue golpeada por Moisés.
El lugar del terremoto de Coré.
Una cámara al final del laberinto de túneles bajo Jerusalén conteniendo varios objetos del Templo de Salomón.
El lugar de la crucifixión de Jesús.
El Arca de la Alianza y las piedras con los diez mandamientos.
Sangre de Cristo, derramada sobre el propiciatorio del Arca de la Alianza bajo el lugar de la crucifixión.
Nada, absolutamente nada, de estos supuestos hallazgos han sido demostrados o corroborados por arqueólogos e instituciones profesionales, y hoy en día, ni siquiera por instituciones que tuvieron mucho entusiasmo con sus supuestos hallazgos.

Pero como dice el dicho, "miente que algo queda", ahora no hay manera de parar la difusión de su engaña, por la cantidad de gente que ansía ser engañada, para solidificar sus creencias arraigadas.

Lo malo es que muchas veces lo esgrimen como pruebas fehacientes.

En fin, como dicen los timadores profesionales, ellos no engañan a nadie, la gente se engaña sola.