Durante el Rezo del Ángelus del 23.07.2017, Papa Francisco quiso detenerse en la parábola del trigo y la cizaña, que según explicó: “ilustra el problema del mal en el mundo y los aspectos más destacados de la paciencia de Dios”.

En esa parábola, afirmó el Pontífice, por un lado está “el dueño del campo que es Dios y el que siembra la buena semilla” y por otro: “el enemigo es Satanás y extiende la mala hierba”

“Jesús nos dice que en este mundo el bien y el mal están tan entrelazados, es decir es imposible separarlos y erradicar todos los males” añadió el Papa: “Sólo Dios puede hacer esto, y lo hará en el juicio final”.

En su intervención explicó que “El Señor, que es la encarnación de la sabiduría, hoy nos ayuda a comprender que el bien y el mal no puede identificarse con territorios definidos o determinados grupos humanos”, añadiendo: “la línea entre el bien y el mal está dentro del corazón de cada persona”.

En ese momento e improvisando sobre el texto que tenía preparado Papa Francisco instó a todos los presentes en la Plaza de San Pedro:
“Quien no sea pecador que levante la mano”.
Tras hacerse un silencio, continuó:
“Todos somos pecadores. Cristo Jesús con su muerte en la cruz y su resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado y nos da la gracia para andar en una nueva vida”.

Para el Papa pensar que el mal esta fuera de nosotros significa no reconocer el pecado y mostró que gracias a la paciencia de Dios y su esperanza: “lo que parecían malezas o malas hierbas, pueden convertirse en un buen producto”.
(Aleteia)