Cada uno de ustedes dice: “Yo pertenezco a Pablo”. “Pero yo a Apolos”. “Pero yo a Cefas”. “Pero yo a Cristo” (1 Cor. 1:12).

¿Qué hizo Pablo para ayudar a razonar a algunos cristianos? Les dijo: “Los exhorto, hermanos, [...] a que todos hablen de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar” (1 Cor. 1:10, 11, 13). Tampoco hoy día debe haber divisiones entre nosotros (Rom. 16:17, 18). Pablo les recordó a los cristianos ungidos que ellos eran ciudadanos de los cielos, de modo que no debían distraerse con “las cosas de la tierra” (Filip. 3:17-20). Eran embajadores de Cristo, sus representantes en la Tierra, y los embajadores no se meten en los asuntos internos de los países a los que han sido enviados (2 Cor. 5:20). En cuanto a los cristianos que vivirán en la Tierra, ellos son súbditos del Reino de Dios, por lo que tampoco deberían mezclarse en los conflictos de este mundo.