[Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 59]
De nuevo, ante la protección divina sobre la simiente de la “mujer” o descendencia abrahámica restaurada en torno a la ciudad santa, la ofensiva diabólica se centró en tratar de minar la religiosidad de los judíos utilizando a los propios judíos faltos de fe verdadera. Así, para el tiempo en que debería aparecer el Mesías, se había instaurado un paradigma religioso-político en Judea que se alejaba considerablemente del modelo profético que debían esperar. Para empezar, los altaneros líderes religiosos del judaísmo enseñaban, abierta o tácitamente, que el Mesías sería un libertador guerrero que echaría fuera de aquella tierra al imperio romano dominante y restablecería el antiguo reino de Israel. De alguna manera, en su fuero interno, la clase dirigente judía esperaba beneficiarse grandemente del aparecimiento de un Mesías así, es decir, de un Libertador Guerrero Milagroso que les diera su porción en forma de principales en un gobierno mesiánico. No percibían, por estar cegados de egoísmo, que en el Reino de Dios no caben dirigentes corruptos ni orgullosos. Por este motivo fundamental, no reconocieron al Cristo (o Mesías) cuando éste llegó.