[Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 11]
Seis siglos antes, Jerusalén conoció una gran devastación a manos de Nabocodonosor, rey de Babilonia. La causa se revela en el libro bíblico del profeta Jeremías como la retribución divina contra una nación sumamente rebelde a la guía sagrada, a pesar de haber sido grandemente favorecida por provenir conspicuamente de la descendencia de Abrahán. Sin embargo, gradualmente produjo reyes impíos, sacerdotes corruptos y falsos profetas, buscadores de prominencia egoísta y de fanfarria egocéntrica, los cuales se convirtieron en poderosos líderes de aquella sociedad israelita y la llevaron irremediablemente por un sendero extremadamente malsano.