Hasta los santos corregían sus textos.
San Agustín tenía el favor de Dios pero quería ganarse a la gente.
San Ignacio sabía que nadie aprende regañado.
Y Diderot… bueno, Diderot era un maestro.
Hasta los santos corregían sus textos.
San Agustín tenía el favor de Dios pero quería ganarse a la gente.
San Ignacio sabía que nadie aprende regañado.
Y Diderot… bueno, Diderot era un maestro.