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KIMO
Juan 14:2, 3: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De otra manera, se lo hubiera dicho a ustedes, porque voy a preparar un lugar para ustedes. También, si prosigo mi camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes.” (Jesús muestra aquí que sus apóstoles fieles, a quienes estaba hablando, con el tiempo estarían en la “casa” de su Padre, en el cielo, con Jesús. Pero aquí él no dice cuántos más irían también al cielo.)
la resurrección celestial está relacionada con una misión singular que solo se encomienda a algunas personas. En su última noche con los apóstoles, Jesús les dijo que ellos se sentarían “sobre tronos para juzgar” en su Reino celestial. Así que esa sería su asignación: gobernar con Jesús en el cielo (Lucas 22:28-30).
Ahora bien, los apóstoles no serían los únicos que desempeñarían este extraordinario cometido. En una visión, el apóstol Juan contempló a Jesús en el cielo con un grupo de seres humanos resucitados, de quienes escribió que eran “un reino y sacerdotes [que habían] de reinar sobre la tierra” (Revelación [Apocalipsis] 3:21; 5:10).
¿A cuántos vio?
Tal como en cualquier país solo unos pocos ciudadanos forman parte del gobierno, lo mismo ocurre con el Reino celestial: Jesús, el Cordero de Dios, reinará con 144.000 escogidos que habrán sido “comprados de entre la humanidad” (Revelación 14:1, 4,*5).