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Tema: •*(¸.•*´♥`*•.¸)`*•La cama redonda!!•*(¸.•*´♥`*•.¸)`*•

  1. #331
    Fecha de Ingreso
    21-junio-2011
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    MURCIA
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    3.070

    Predeterminado

    Los cadáveres.-


    Nuestro primer encuentro fue un hecho inesperado. Por algún motivo de avería en el motor, el agua estaba cortada. Acostumbrado a la ducha diaria, ese día estaba molesto y de mal humor. Me tumbé en la cama y me puse a darle una ojeada a la primera revista que encontré. Era pornográfica y su interior guardaba fotos de chicas estupendas. Posiblemente debido al calor o tal vez por el cansancio y mal humor noté una fuerte erección. Entorné los ojos y quise ensoñar que una de las chicas de la revista se me ofrecía en medio de arrumacos. Sé que es difícil de creer, pero sentí en el vello de mis testículos, como si alguien soplase en ellos suavemente. Me anonadé aún más, y esa ensoñación hizo que el semen corriera por mi pierna sin que hubiese tocamientos por mi parte.
    Cuando vine a la realidad, no vi a nadie al principio. Traté de dormir aprovechando la sensación placentera del momento y creo recordar estuve unos momentos como ausente y relajado. El malhumor se había ido y no me acordaba de la falta de ducha ¡Fue entonces cuando la vi!
    Estaba medio tapada con la sábana. Su sonrisa era procaz. Parecía indicarme que era ella quien dominaba la situación, y que yo actuaria pasivamente. Vino hacia mí y sentí como el mismo soplo en los testículos. Entorné otra vez los ojos y a mi mente volvieron las fotos de las chicas. No sé de donde salieron sus hermanas. Lo cierto es, que en las zonas más erógenas de mi cuerpo sentí nuevas sensaciones ¡Fue una noche inolvidable!
    Continuaba la avería del agua y por unos días tuve otra vez la sensación de malestar. Aquellas caricias que al principio provocaban erecciones eran ahora motivo de arrebatos histéricos. Adelgacé de manera alarmante y el sueño me vencía donde quiera que estuviese. No soy hombre violento. Más en mi mente comenzó a anidar la idea de matar a ella y sus hermanas. Yo mismo me asombraba de poseer esa sangre fría. No existía en mí asomo de piedad.
    Medité bien la forma de actuar. Sería con potente veneno y no dejaría rastro. Para más seguridad, me ausentaría unos días de casa y las ventanas permanecerían abiertas para borrar el olor. Un amigo, dependiente de una droguería, me facilitaría lo necesario. No era preciso darle más explicaciones.
    Unas horas ante de acostarme esparcí el veneno en las sábanas. Seguras de sí mismas, ni ella ni sus hermanas esperaban un fin tan atroz. Tendrían una muerte lenta. Posiblemente con grandes estertores por el dolor No repare en esos pormenores. Buscaba el eliminarlas ¡No podía seguir viviendo así!
    Cuando retorne a casa, los cadáveres se hallaban sobre la cama. Algún vecino me hablo de un fuerte olor que salía de casa. No le di más importancia e incluso me recreé en mi obra: ¡Allí estaban los cadáveres de las dichosas pulgas!

  2. #332
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    Cita Iniciado por Boot Ver Mensaje
    Esteeeeeeeeeeeee mmmmmmm ejemmmmmmmmmmmm bueno creo que los bollos se van a quemar si o si

    ¿Cuando puedo pasar por tu casa?
    Vos podés meter tu pizza. O empieza con el peperoni y luego que entre toda, que yo me la devoro. Sé que nunca se te quemó, pero este fuego es más abrasador que el de cualquier pizzería.
    Última edición por Estrella_fugaz; 06-jun.-2017 a las 12:48
    .

    Que no sea tu cuerpo la primera tumba de tu esqueleto.

  3. #333
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    http://www.subeimagenes.com/img/rutina-grande-1743221.JPG

  4. #334
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    Cita Iniciado por Juan Antonio Hinojosa Ver Mensaje
    Los cadáveres.-


    Nuestro primer encuentro fue un hecho inesperado. Por algún motivo de avería en el motor, el agua estaba cortada. Acostumbrado a la ducha diaria, ese día estaba molesto y de mal humor. Me tumbé en la cama y me puse a darle una ojeada a la primera revista que encontré. Era pornográfica y su interior guardaba fotos de chicas estupendas. Posiblemente debido al calor o tal vez por el cansancio y mal humor noté una fuerte erección. Entorné los ojos y quise ensoñar que una de las chicas de la revista se me ofrecía en medio de arrumacos. Sé que es difícil de creer, pero sentí en el vello de mis testículos, como si alguien soplase en ellos suavemente. Me anonadé aún más, y esa ensoñación hizo que el semen corriera por mi pierna sin que hubiese tocamientos por mi parte.
    Cuando vine a la realidad, no vi a nadie al principio. Traté de dormir aprovechando la sensación placentera del momento y creo recordar estuve unos momentos como ausente y relajado. El malhumor se había ido y no me acordaba de la falta de ducha ¡Fue entonces cuando la vi!
    Estaba medio tapada con la sábana. Su sonrisa era procaz. Parecía indicarme que era ella quien dominaba la situación, y que yo actuaria pasivamente. Vino hacia mí y sentí como el mismo soplo en los testículos. Entorné otra vez los ojos y a mi mente volvieron las fotos de las chicas. No sé de donde salieron sus hermanas. Lo cierto es, que en las zonas más erógenas de mi cuerpo sentí nuevas sensaciones ¡Fue una noche inolvidable!
    Continuaba la avería del agua y por unos días tuve otra vez la sensación de malestar. Aquellas caricias que al principio provocaban erecciones eran ahora motivo de arrebatos histéricos. Adelgacé de manera alarmante y el sueño me vencía donde quiera que estuviese. No soy hombre violento. Más en mi mente comenzó a anidar la idea de matar a ella y sus hermanas. Yo mismo me asombraba de poseer esa sangre fría. No existía en mí asomo de piedad.
    Medité bien la forma de actuar. Sería con potente veneno y no dejaría rastro. Para más seguridad, me ausentaría unos días de casa y las ventanas permanecerían abiertas para borrar el olor. Un amigo, dependiente de una droguería, me facilitaría lo necesario. No era preciso darle más explicaciones.
    Unas horas ante de acostarme esparcí el veneno en las sábanas. Seguras de sí mismas, ni ella ni sus hermanas esperaban un fin tan atroz. Tendrían una muerte lenta. Posiblemente con grandes estertores por el dolor No repare en esos pormenores. Buscaba el eliminarlas ¡No podía seguir viviendo así!
    Cuando retorne a casa, los cadáveres se hallaban sobre la cama. Algún vecino me hablo de un fuerte olor que salía de casa. No le di más importancia e incluso me recreé en mi obra: ¡Allí estaban los cadáveres de las dichosas pulgas!
    Juan, qué bien se te da la narrativa!! Tu relato tiene un toque de erotismo envolvente cuando describes el primer momento en la cama, hasta que nos enteramos de que las bellas chicas de ensueño, no son, sino pulgas. :biggrin:

    Existe un relato muy erótico llamado Memorias de una pulga, polémico por el contenido tan sexual, y que ha sido calificado como censurable e inmoral; Así mismo ha puesto en entredicho "las buenas costumbres y la moral" del autor, que es anónimo. Pensemos que es inevitable ser juzgado de acuerdo a los cánones de esta sociedad de doble moral. Yo lo recomiendo porque es una perlita de la cultura popular. Fue escrito en el S. XVIII, en Francia, y desnuda los instintos sexuales del ser humano en situaciones muy morbosas; y es que el ser humano es instintivo, independientemente de la época.


    Gracias por unirte a nuestras locuras.


    .
    Última edición por Estrella_fugaz; 07-jun.-2017 a las 20:01
    .

    Que no sea tu cuerpo la primera tumba de tu esqueleto.

  5. #335
    Fecha de Ingreso
    13-abril-2014
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    Predeterminado

    Dejo un fragmento del relato erótico Memorias de una pulga para ver cómo podemos abordar esta clase de tópicos. Aclaro que el contenido es demasiado erótico.
    [...]


    Aquellos de mis lectores que se hayan encontrado en una situación similar, podrán comprender rápidamente el calor puesto en empuñar la nueva adquisición, y la mirada de bienvenida con que acogió su primera aparición en público.
    Era la primera vez que Bella contemplaba un miembro masculino en plena manifestación de poderío, y aunque no hubiera sido así, el que yo podía ver cómodamente era de tamaño formidable. Lo que más le incitaba a profundizar en sus conocimientos era la blancura del tronco y su roja cabeza, de la que se retiraba la suave piel cuando ella ejercía presión.
    Carlos estaba igualmente enternecido. Sus ojos brillaban y su mano seguía recorriendo el juvenil tesoro del que había tomado posesión. Mientras tanto los jugueteos de la manecita sobre el juvenil miembro con el que había entrado en contacto habían producido los efectos que suelen observarse en circunstancias semejantes en cualquier organismo sano y vigoroso, como el del caso que nos ocupa.
    Arrobado por la suave presión de la mano, los dulces y deliciosos apretones, y la inexperiencia con que la jovencita tiraba hacia atrás los pliegues que cubrían la exuberante fruta, para descubrir su roja cabeza encendida por el deseo, y con su diminuto orificio en espera de la oportunidad de expeler su viscosa ofrenda, el joven estaba enloquecido de lujuria, y Bella era presa de nuevas y raras sensaciones que la arrastraban hacia un torbellino de apasionada excitación que la hacía anhelar un desahogo todavía desconocido.
    Con sus hermosos ojos entornados, entreabiertos sus húmedos labios, la piel caliente y enardecida a causa de los desconocidos impulsos que se habían apoderado de su persona, era víctima propicia para quienquiera que tuviese aquel momento la oportunidad. y quisiera lograr sus favores y arrancarle su delicada rosa juvenil.
    No obstante su juventud. Carlos no era tan ciego como para dejar escapar tan brillante oportunidad. Además su pasión, ahora a su máximo, lo incitaba a seguir adelante, desoyendo los consejos de prudencia que de otra manera hubiera escuchado.
    Encontró palpitante y bien húmedo el centro que se agitaba bajo sus dedos; contempló a la hermosa muchacha tendida en una invitación al deporte del amor, observó sus hondos suspiros, que hacían subir y bajar sus senos, y las fuertes emociones sensuales que daban vida a las radiantes formas de su joven compañera.
    Las suaves y turgentes piernas de la muchacha estaban expuestas a las apasionadas miradas del joven.
    A medida que iba alzando cuidadosamente sus ropas íntimas, Carlos descubría los secretos encantos de su adorable compañera, hasta que sus ojos en llamas se posaron en los rollizos miembros rematados en las blancas caderas y el vientre palpitante.
    Su ardiente mirada se posó entonces en el centro mismo de atracción, en la rosada hendidura escondida al pie de un turgente monte de Venus, apenas sombreado por el más suave de los vellos.
    El cosquilleo que le había administrado, y las caricias dispensadas al objeto codiciado, habían provocado el flujo de humedad que suele suceder a la excitación, y Bella ofrecía una rendija que antojábase un durazno, bien rociado por el mejor y más dulce lubricante que pueda ofrecer la naturaleza.
    Carlos captó su oportunidad, y apartando suavemente la mano con que ella le asía el miembro, se lanzó furiosamente, sobre la reclinada figura de ella.
    Apresó con su brazo izquierdo su breve cintura; abrazó las mejillas de la muchacha con su cálido aliento, y sus labios apretaron los de ella en un largo, apasionado y apremiante beso. Tras de liberar a su mano izquierda, trató de juntar los cuerpos lo más posible en aquellas partes que desempeñan el papel activo en el placer sensual, esforzándose ansiosamente por completar la unión.
    Bella sintió por primera vez en su vida el contacto mágico del órgano masculino con los labios de su rosado orificio. Tan pronto como percibió el ardiente contacto con la dura cabeza del miembro de Carlos se estremeció perceptiblemente, y anticipándose a los placeres de los actos venéreos, dejó escapar una abundante muestra de su susceptible naturaleza.
    Carlos estaba embelesado, y se esforzaba en buscar la máxima perfección en la consumación del acto.
    Pero la naturaleza, que tanto había influido en el desarrolló de las pasiones sexuales de Bella, había dispuesto, que algo tenía que realízarse antes de que fuera cortado tan fácilmente un capullo tan tempranero.
    Ella era muy joven, inmadura —incluso en el sentido de estas visitas mensuales que señalan el comienzo de la pubertad— y sus partes, aun cuando estaban llenas de perfecciones y de frescura, estaban poco preparadas para la admisión de los miembros masculinos, aun los tan moderados como el que, con su redonda cabeza intrusa, se luchaba en aquel momento por buscar alojamiento en ellas.
    En vano se esforzaba Carlos presionando con su excitado miembro hacia el interior de las delicadas partes de la adorable muchachita.
    Los rosados pliegues del estrecho orificio resistían todas las tentativas de penetración en la mística gruta. En vano también la linda Bella, en aquellos momentos inflamada por una excitación que rayaba en la furia, y semienloquecida por efecto del cosquilleo que ya había resentido, secundaba por todos los medios los audaces esfuerzos de su joven amante.
    La membrana era fuerte y resistía bravamente. Al fin, en un esfuerzo desesperado por alcanzar el objetivo propuesto, el joven se hizo atrás por un momento, para lanzarse luego con todas sus fuerzas hacia adelante, con lo que consiguió abrirse paso taladrando en la obstrucción, y adelantar la cabeza y parte de su endurecido miembro en el sexo de la muchacha que yacía bajo él.
    Bella dejó escapar un pequeño grito al sentir forzada la puerta que conducía a sus secretos encantos, pero lo delicioso del contacto le dio fuerzas para resistir el dolor con la esperanza del alivio que parecía estar a punto de llegar.
    Se ha dicho que ce n’est que le premier coup qui coute, pero cabe alegar que también es perfectamente posible que quelquejois il cauto trops, como puede inferir el lector conmigo en el caso presente.
    Sin embargo. y por muy extraño que pueda parecer, ninguno de nuestros amantes tenía la menor idea al respecto, pues entregados por entero a las deliciosas sensaciones que se habían apoderado de ellos, unian sus esfuerzos para llevar a cabo ardientes movimientos que ambos sentían que iban a llevarlos a un éxtasis.
    Todo el cuerpo de Bella se estremecía de delirante impaciencia, y de sus labios rojos se escapaban cortas exclamaciones delatoras del supremo deleite; estaba entregada en cuerpo y alma a las delicias del coito. Sus contracciones musculares en el arma que en aquellos momentos la tenía ya ensartada, el firme abrazo con que sujetaba el contorsionado cuerpo del muchacho, la delicada estrechez de la húmeda funda, ajustada como un guante, todo ello excitaba los sentidos de Carlos hasta la locura.
    Hundió su instrumento hasta la raíz en el cuerpo de ella, hasta que los dos globos que abastecían de masculinidad al campeón alcanzaron contacto con los firmes cachetes de las nalgas de ella. No pudo avanzar más, y se entregó de lleno a recoger la cosecha de sus esfuerzos.
    Pero Bella, insaciable en su pasión, tan pronto como vio realizada la completa unión Que deseaba, entregándose al ansia de placer que el rígido y caliente miembro le proporcionaba, estaba demasiado excitada para interesarse o preocuparse por lo que pudiera ocurrir después. Poseída por locos espasmos de lujuria, se apretujaba contra el objeto de su placer y, acogiéndose a los brazos de su amado, con apagados quejidos de intensa emoción extática y grititos de sorpresa y deleite, dejo escapar una copiosa emisión que, en busca de salida, inundó los testículos de Carlos.
    Tan pronto como el joven pudo comprobar el placer que le procuraba a la hermosa Bella, y advirtió el flujo que tan profusamente había derramado sobre él, fue presa también de un acceso de furia lujuriosa. Un rabioso torrente de deseo pareció inundarle las venas. Su instrumento se encontraba totalmente hundido en las entrañas de ella. Echándose hacia atrás, extrajo el ardiente miembro casi hasta la cabeza y volvió a hundirlo. Sintió un cosquilleo crispante, enloquecedor. Apretó el abrazo que le mantenía unido a su joven amante, y en el mismo instante en que otro grito de arrebatado placer se escapaba del palpitante pecho de ella, sintió su propio jadeo sobre el seno de Bella, mientras derramaba en el interior de su agradecida matriz un verdadero torrente de vigor juvenil.
    Un apagado gemido de lujuria satisfecha escapó de los labios entreabiertos de Bella, al sentir en su interior el derrame de fluido seminal. Al propio tiempo el lascivo frenesí de la emisión le arrancó a Carlos un grito penetrante y apasionado mientras quedaba tendido con los ojos en blanco, como el acto final del drama sensual".

    Continúa...
    Última edición por Estrella_fugaz; 07-jun.-2017 a las 12:25
    .

    Que no sea tu cuerpo la primera tumba de tu esqueleto.

  6. #336
    Fecha de Ingreso
    25-abril-2017
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    Adrogué - Buenos Aires - Argentina
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    Predeterminado

    uffff sin palabras
    http://www.subeimagenes.com/img/rutina-grande-1743221.JPG

  7. #337
    Fecha de Ingreso
    21-junio-2011
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    MURCIA
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    Predeterminado

    ¡Lo dice el Génesis! Puso el Eterno a nuestro padre Adán en el jardín del Edén. En mitad de ese jardín puso también el árbol del conocimiento del bien y del mal. Un rio de cuatro brazos fluía para regar los frutos. El nombre del primer brazo, que rodea a la tierra de Havila, y donde hay oro fue el de Pisón. El Génesis añade que el oro de esa tierra es bueno.
    La palabra hebrea que equivale a Génesis es Bereshit. La diferencia entre uno y otro libro (¡De libros se trata!) es apenas perceptible, al menos hasta llegar a este punto. Lo importante es señalar la palabra oro. Versículos más adelante les será prohibido a Adán y Eva comer de los frutos del árbol de bien y del mal.
    ¡Y es aquí donde comienza nuestra historia! Adán era hombre de cuidado que nada dijo a Eva de su vida anterior. Guardaba con celo sus amoríos con Lilit, su primera mujer. El ángel que guardaba el Edén con una espada de fuego fue silenciado con el oro de la tierra de Havilá. La verdad es que al principio nadie sabía de su uso. Pronto el fulgir que desprendía al dar le el sol llamó la atención de Lilit.
    Satanás era resabiado. Conocía de sobra el valor de ese oro. Pensó en la manera de ofender a Dios arrebatándole una de sus primeras criaturas. Enseñó a Eva el lucir las joyas y el valor de los vestidos. Le dijo que con la hoja de parra que llevaba tapándole su sexo “no se comería una rosca”. Que Adán era insensible a sus encantos porque ella no se le insinuaba. Que atraía más un gesto, una insinuación que un desnudo. El caso es, que entre las enseñanzas del diablo y las bellas palabras que le dirigía, Eva se entregó. Se decía así misma: ¡Ahora sé lo que es vivir como una diosa!
    Adán nada notaba. No se había inventado aun el juego de cartas y los ángeles jugaban mal al fútbol. Los programas de televisión eran pésimos y la única distracción era el onanismo sin que existiera todavía Onam. Al principio lo hacía en soledad. Buscaba a Eva y no la encontraba. Un día lo sorprendió el ángel de la espada y los dos practicaron la esgrima. De tanto como lo hicieron no podían pasar el uno sin el otro. Satanás se reía por lo bajo.
    Adán comenzó a tener andares extraños. Decía que le dolían los pies y que necesitaba usar calzado. Prefería que fuese de tacón alto por que le hacían juego con su hoja de parra. El ángel de la espada al verlo de esta guisa se mordía los labios. Sin que nadie le viera pellizcaba a Adán en el trasero.
    Notaba Eva que le desaparecían lápices de ojos y carmín de labios. Poco veía a su compañero Adán porque siempre estaba perdido. Había adquirido la extraña costumbre de perderse en la floresta, junto al rio Pisón. Achacaba la perdida de estos productos de belleza a que eran usados para delimitar el terreno que marcaba el reglamento del juego de bolos ¡De ahí que el ángel de la espada también estuviese perdido!
    Un día apareció Lilit de nuevo en el Edén. Venía llorando porque Satanás se había cansado de ella. Decía que había otra mujer. El ángel de la espada, el encargado de cuidar los jardines estaba muy ocupado en otros menesteres y no la vio llegar. Eva, que nada sabía de dolor sintió la necesidad de consolarla. Le acarició el cabello y sintió que era suave. El rostro lleno de lágrimas estaba hecho de terciopelo. Los labios eran carnosos. Inadvertidamente una mano rozó el pecho de Lilit. Un extraño escalofrío le recorrió el cuerpo y tuvo la imperiosa necesidad de poseer a aquella extraña mujer, que suspiraba con arrebatos de pasión.
    El monje que encontró los pergaminos donde se narraba la verdadera historia del Edén escrita por el ángel de la espada, los arrojó al fuego de manera furibunda

  8. #338
    Fecha de Ingreso
    21-junio-2011
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    Predeterminado

    Pensé que el relato de la pulga era del marqués de Sade

  9. #339
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    quiero ver q pasa soy viieeejo del antiguo monclovacaliente ahora vere q tal este

  10. #340
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    Cita Iniciado por Juan Antonio Hinojosa Ver Mensaje
    ¡Lo dice el Génesis! Puso el Eterno a nuestro padre Adán en el jardín del Edén. En mitad de ese jardín puso también el árbol del conocimiento del bien y del mal. Un rio de cuatro brazos fluía para regar los frutos. El nombre del primer brazo, que rodea a la tierra de Havila, y donde hay oro fue el de Pisón. El Génesis añade que el oro de esa tierra es bueno.
    La palabra hebrea que equivale a Génesis es Bereshit. La diferencia entre uno y otro libro (¡De libros se trata!) es apenas perceptible, al menos hasta llegar a este punto. Lo importante es señalar la palabra oro. Versículos más adelante les será prohibido a Adán y Eva comer de los frutos del árbol de bien y del mal.
    ¡Y es aquí donde comienza nuestra historia! Adán era hombre de cuidado que nada dijo a Eva de su vida anterior. Guardaba con celo sus amoríos con Lilit, su primera mujer. El ángel que guardaba el Edén con una espada de fuego fue silenciado con el oro de la tierra de Havilá. La verdad es que al principio nadie sabía de su uso. Pronto el fulgir que desprendía al dar le el sol llamó la atención de Lilit.
    Satanás era resabiado. Conocía de sobra el valor de ese oro. Pensó en la manera de ofender a Dios arrebatándole una de sus primeras criaturas. Enseñó a Eva el lucir las joyas y el valor de los vestidos. Le dijo que con la hoja de parra que llevaba tapándole su sexo “no se comería una rosca”. Que Adán era insensible a sus encantos porque ella no se le insinuaba. Que atraía más un gesto, una insinuación que un desnudo. El caso es, que entre las enseñanzas del diablo y las bellas palabras que le dirigía, Eva se entregó. Se decía así misma: ¡Ahora sé lo que es vivir como una diosa!
    Adán nada notaba. No se había inventado aun el juego de cartas y los ángeles jugaban mal al fútbol. Los programas de televisión eran pésimos y la única distracción era el onanismo sin que existiera todavía Onam. Al principio lo hacía en soledad. Buscaba a Eva y no la encontraba. Un día lo sorprendió el ángel de la espada y los dos practicaron la esgrima. De tanto como lo hicieron no podían pasar el uno sin el otro. Satanás se reía por lo bajo.
    Adán comenzó a tener andares extraños. Decía que le dolían los pies y que necesitaba usar calzado. Prefería que fuese de tacón alto por que le hacían juego con su hoja de parra. El ángel de la espada al verlo de esta guisa se mordía los labios. Sin que nadie le viera pellizcaba a Adán en el trasero.
    Notaba Eva que le desaparecían lápices de ojos y carmín de labios. Poco veía a su compañero Adán porque siempre estaba perdido. Había adquirido la extraña costumbre de perderse en la floresta, junto al rio Pisón. Achacaba la perdida de estos productos de belleza a que eran usados para delimitar el terreno que marcaba el reglamento del juego de bolos ¡De ahí que el ángel de la espada también estuviese perdido!
    Un día apareció Lilit de nuevo en el Edén. Venía llorando porque Satanás se había cansado de ella. Decía que había otra mujer. El ángel de la espada, el encargado de cuidar los jardines estaba muy ocupado en otros menesteres y no la vio llegar. Eva, que nada sabía de dolor sintió la necesidad de consolarla. Le acarició el cabello y sintió que era suave. El rostro lleno de lágrimas estaba hecho de terciopelo. Los labios eran carnosos. Inadvertidamente una mano rozó el pecho de Lilit. Un extraño escalofrío le recorrió el cuerpo y tuvo la imperiosa necesidad de poseer a aquella extraña mujer, que suspiraba con arrebatos de pasión.
    El monje que encontró los pergaminos donde se narraba la verdadera historia del Edén escrita por el ángel de la espada, los arrojó al fuego de manera furibunda
    Juan, si es de tu autoría, decirte que me fascinó!!:001_smile: Deberías publicar tus escritos, querido amigo
    .

    Que no sea tu cuerpo la primera tumba de tu esqueleto.

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