[EL DIOS EMOTIVO, comentario 126]
Cuando el autocontrol falla, a veces da buen resultado buscar un espejo y mirarse en él. Esta estrategia puede ser especialmente útil para aplacar los nervios de uno cuando está furibundo. Varios estudios han demostrado que cuando el individuo se observa a sí mismo, reflejado en el espejo, es capaz de adoptar una perspectiva más objetiva de sí mismo y, por lo tanto, más capaz de separar durante unos instantes su emotividad de su racionalidad. Con ello aumenta la consciencia de lo que está haciendo, con el consiguiente efecto positivo de aumentar la capacidad de controlar sus emociones.