Si hay en el barroco medio un músico cortesano, ese fue Jean-Baptiste Lully.
Italiano de nacimento (su verdadero nombre era Giovanni Battista Lulli) este florentino, violinista y bailarín de corte, emigró a París, y hábil en el manejo del protocolo palaciego -y por que no decirlo- de la intriga, muy pronto escaló posiciones hasta convertirse en el maestro de cámara del mismísimo Rey Sol...
Llevó una vida fastuosa, gozando de los plenos favores de Luis XIV, que le tributaba una admiración sin límites.
Además de la música ceremonial, destinada a rodear de fasto al monarca, Lully fue el creador de la tragedia musical francesa, en colaboración con el gran dramaturgo Molière, drama musical que solo tangencialmente se parece al resto de la operística barroca.
El fin de la vida de Lully es curioso y trágico: como el maestro dirigiera no con una batuta, sino con un pesado bastón de hierro con el que marcaba el ritmo, cierto día, durante la ejecición de un concierto, se hirió con el extremo inferior del mismo un pie. La herida, en un principio descuidada por el propio compositor, engangrenó. En esa época sin antibioticos la única opción hubiese sido amputar el pie, pero Lully, gran bailarín de corte, se negó, ocacionando su muerte...