Mandrágora, gusto en verte en está bóveda celeste.
La salida de la luna
Me desperté en Verano, al quebrar la noche
en el blanco venir de la mañana.
Una luna menguante, tenue,
como un filo de uña visto al trasluz de un cirio,
o un transparente gajo de un fruto del Edén,
subió del pedestal y se alzó desde el tumulto
de la oscua montaña de Maenefa,
hermosa en su menguante aunque apagada;
un hasta todavía la aferraba, un ancla aún la rasgaba,
enganchándose en ella sin soltarla del todo.
Esa fue la preciada, deseable visión, insólito regalo
fácilmente ofrecido.
Me separó las hojas una a una,
párpado a párpado me arrancó el sueño.
Gerard Manley Hopkins
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Última edición por Estrella_fugaz; 04-ago.-2018 a las 13:33
Razón: Poner autor.
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Que no sea tu cuerpo la primera tumba de tu esqueleto.