Bueno, estos temas de depresión siempre tienden a llamar mi atención. Será tal vez que lo he vivido tantos años y que lo sigo arrastrando a cada paso, que irremediablemente aparco en estos sitios.

Me parece interesante el trabajo fotográfico de Katie Joy, sobre todo porque pretende mostrar al mundo algo que los que están libre de ello no conocen pero sí muchas veces juzgan de mala manera. Me voy a animar a relatar situaciones o mejor dicho, pensamientos y sensaciones de un depresivo vividos en primera persona. Con esto, como la fotógrafa, pretendo que se adentren un poco en este mundo trágico, de desesperación y de soledad en que uno se desenvuelve.

Nietz nos ha compartido lo que siente, de una forma desgarradora, que yo entiendo como una desesperación venida de la nada. Tal vez no se sienta demasiado identificado con Katie porque ve diferencias entre ambos, y creo que es porque cada uno lo vive a su manera.

Bueno, como Violettita nos comparte un trabajo artístico y la depresión, así quiero comenzar yo, con algo que escribí hace años y compartí aquí. No es artístico, pero pretendía serlo, jojo. En ese entonces pretendí hacer un personaje imaginario, cualquiera, pero sinceramente termino por plasmar mis demonios que me acompañan.

¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen.
Un hombre que se ha desvanecido hasta ser
impalpable –por muerte, por ausencia,
por cambio de costumbres.

James Joyce: Ulises


Permanezco inmóvil, calmo, con la mirada clavada en un solo punto. Miro y no observo. Nada me importa, no me interesa siquiera ver para otro sitio. Al lado que voltee, la pared que mire, todo me es igual. No me importan los matices ni las luminosidades, no mi importa la belleza o la fealdad de lo que mis ojos captan.

Todo es sofocante, aburrido; si tan solo fuera algo delirante, tal vez llamaría mi atención para alcanzar a distraerme unos instantes. Pasados estos, todo volvería a la realidad absurda, al perenne hastío de la inmundicia irracional creada por Dios. Pero todo lo que me rodea en este instante me es agotador. Solo sirve para acrecentar mi tedio.

Lo intenté todo, y tú Leonor, mejor que nadie lo sabe. Conoces perfectamente que quise cambiar mi estado, pero mi ánimo, en vez de mejorar, empeoraba.

Intenté con el amor, y me llevó a la infinita soledad donde me encuentro; también lo hice con el odio, y conseguí vaciarme por dentro; la indiferencia malsana fue probada, y me llevó al delirio; nada, nada ayudó.

Busqué vivir placeres sensuales, placeres mundanos, copé mi vacío existencial de objetos materiales y banales. Todo resultó igualmente inútil.

El alcohol, el cigarro, la droga llenaron mi cabeza de dolor y mis manos de delitos, pero la vacuidad permaneció constante en mí.

¿Qué significa la vida cuando todo lo encuentras fatuo, falso e ilusorio? Nada te convence, nada te llena y sobre todo nada te revive.

No hay motivos para seguir, cada paso, cada mirada, cada palabra, vuelan de inmediato a la nada y se convierte en miseria, en dolor, en hastío, todo va y vuelve a la inexistencia, todos son ecos que retumban en el vacío, todos son gritos lastimeros que llegan a nadie.

Todos los sentimientos y emociones son ilusiones, delirios pueriles y sin sentido, blasfemias que uno mismo se grita y se cree, son brasas ardientes con las que uno se inmola por dentro, son heridas que nunca cierran y que me sirven para recordar que mi alma y la nada, parecidas casi son.

Ausencia es mi sino. No hay motivación, no hay ganas de seguir, no hay amor ni odio; también carezco de arrogancia, de orgullo, de humildad; vivo sin miedo, sin alegría, sin furia, sin sentimientos.

Ningún afán por proseguir me tiene aquí, recostado, inmóvil, sereno, tranquilo, calmo...

Entonces, se sentó en la orilla de la cama, sin ganas, con las casi extinguidas fuerzas para moverse. Miró lentamente su cuarto, descuidado, abandonado, sucio. Se levantó lentamente, avanzó hacia la puerta y volvió a mirar al cuarto que había habitado. Cuando sus ojos agotados se dirigieron a la cama, sin la menor extrañeza, observó a su cuerpo, recostado, inmóvil, sereno, tranquilo, calmo.

Dio la media vuelta y atravesó la puerta sin ninguna dificultad, como solo los cuerpos etéreos suelen hacer.