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VANGELIS
Hacia el año 39 hallábase San Pedro en Jope, en casa de un tal Simón, de oficio curtidor de pieles. Allí tuvo una extraña visión, y recibió del Cielo la orden de ir a Cesarea, a casa de un centurión llamado Cornelio, hombre caritativo y piadoso, quien también había tenido una aparición de un ángel ordenándole ponerse en contacto con el Apóstol.
Una vez reunidos en casa de Cornelio, Pedro pronunció un discurso explicando las principales verdades cristianas al centurión y a todos los presentes, familiares e íntimos de Cornelio, que recibieron el Espíritu Santo y fueron bautizados.
De esta forma entró en la Iglesia el primer grupo de gentiles.
El Cristianismo en Roma.-
Entre los tres mil judíos convertidos en Jerusalén por el primer sermón de San Pedro, el día de Pentecostés, había algunos venidos de Roma, que al volver a su patria constituyeron la primera comunidad cristiana.
A estos cristianos se unieron más tarde otros, que, huyendo de la persecución desencadenada contra la Iglesia de Jerusalén, no se sentían seguros en Palestina, y se dirigieron a la capital del Imperio, fijando su residencia en el barrio judío del Transtíber.
San Pedro, Obispo de Antioquía y de Roma.-
Muchos de los cristianos huidos de Jerusalén se instalaron en Antioquía (Siria), formando una floreciente iglesia que gobernó el Apóstol San Pedro por espacio de tres años. Vuelto a Jerusalén el año 42, fue encarcelado por orden de Herodes Agripa, según se dijo en la segunda lección; pero libertado milagrosamente por un ángel, se dirigió, a Roma y se puso al frente del grupo de judío-cristianos del Transtíber. En Roma desplegó una gran actividad.
En la llamada Catequesis Apostólica enseñó San Pedro de viva voz la doctrina y la vida de Jesús, que aprendió como testigo presencial durante los tres años que anduvo en compañía del Divino Maestro, haciendo muchas conversiones entre los judíos y los gentiles romanos.
La predicación de San Pedro fue recogida y escrita por su discípulo Marcos, en el segundo Evangelio de los Sinópticos.
Según la tradición, permaneció por espacio de 25 años en Roma, de la que sólo salió para asistir al concilio que los Apóstoles celebraron en Jerusalén, hacia el año 50.
En Roma escribió dos Epístolas o Cartas, destinadas a las Iglesias del Asia Menor, fundadas y evangelizadas por San Pablo.
Martirio de San Pedro.-
Jesús había profetizado que Pedro moriría crucificado, al decirle aquellas palabras: «Cuando seas viejo extenderás tus manos y te llevarán donde tú no quisieras ir. Esto lo dijo significando con qué muerte había de glorificar a Dios» (San Juan 21, 18 y 19).
En efecto: durante la persecución decretada por Nerón el año 64, Pedro fue detenido y llevado a la cárcel Mamertina, donde convirtió a sus carceleros Proceso y Martiniano. Condenado a muerte, fue clavado en la cruz el año 67, y por expreso deseo suyo con la cabeza hacia abajo, para diferenciarse de Jesucristo, según afirman Tertuliano, Orígenes y San Jerónimo.
El Pontificado Romano.-
La Iglesia fundada por Jesucristo es perpetua, y, por consiguiente, debía ser también perpetuo el cargo de Papa o Sumo Pontífice.
Al morir San Pedro le sucedieron en el Obispado de Roma y en la dignidad de Vicario de Cristo y Cabeza visible de toda la Iglesia otros Papas, que ejercieron como él sus funciones de Jefe y Pastor de todos los cristianos.
Esta autoridad del Obispo de Roma ha sido siempre reconocida por todos los fieles y todos los Obispos del mundo, que han considerado a la Iglesia de Roma como «Madre y Cabeza de todas las Iglesias», y a su Obispo, como Papa o «Romano Pontífice».
Los Papas, sucesores de San Pedro.-
Al morir San Pedro, siendo Obispo de Roma y Sumo Pontífice de toda la Iglesia, heredaron sus sucesores ambos cargos, con todas sus prerrogativas. Por eso el Obispo de Roma es a su vez Vicario de Jesucristo en la tierra, Pastor universal, Sumo Sacerdote y Pontífice, Maestro infalible de la verdad, como San Pedro, y con poderes de atar y desatar, es decir, de dar leyes y dispensar de ellas a todos los cristianos.
Los Papas son, por consiguiente, sucesores de San Pedro en el Primado sobre toda la Iglesia.