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Tema: Hijos del celibato- i

  1. #31
    Fecha de Ingreso
    11-mayo-2015
    Mensajes
    193

    Predeterminado

    CAPÌTULO XII


    El encuentro con el señor Rato emocionó mucho a José, hasta el extremo de no poderse quitar de la cabeza las penalidades de su madre. Teresa al escuchar atentamente a su marido y observar su mirada triste comenzó verdaderamente a inquietarse por él. Dado que las explicaciones que él le daba, le iban causando un nudo en la garganta insoportable.
    – ¿Qué más puedo contarte?
    –Ya que te lo dije todo…
    –Pero pesar de todo no comprendo José, como no eres capaz de hacer más llevadera esta situación.
    –Por un lado te sonríe la vida a nivel del trabajo y por otro no conozco a nadie que a tu edad consiguiera llegar tan alto en el ministerio.
    –Y sin embargo siempre tienes los ojos siempre tristes…
    – ¿Dime amor por qué no eres feliz?
    –Debe ser que mi corazón no es del todo feliz.
    –José, te pregunto en serio y por tu bien. –Y pienso él porque la persona puede ser verdaderamente desgraciada cuando lo posee todo.
    –La verdad es que tengo una buena mujer, soy afortunado en el trabajo y sin embargo me siento como un fantasma sin alma…
    – ¡Y todo Teresa porque siempre me faltara mi madre!
    –José, no debes de desanimarte, y piensa que hay que empezar de nuevo si hace falta y sobretodo comprende por experiencia propia que la vida no es fácil.
    – ¿Sabes, José? – A veces veo con toda claridad el final de todo esto, pero estoy convencida que con tenacidad terminaras encontrando a tu madre.

    Siguiendo las indicaciones del abogado de su madre, José se decidió a seguir su consejo y visitar la ex-compañera de Cresto si quería conocer el domicilio de su madre en París. Por eso, serian las cinco de la tarde cuando él al llegar a la Puerta del Sol hecho la cabeza atrás para abarcar con su vista la altura del reloj del palacio de la Gobernación. Después torció a la derecha donde se hallaba la calle Preciados y las cinco de la tarde era la mejor hora para su visita. Al llegar al número diez, observó que él número coincidía con una tienda de grandes escaparates exhibiendo las últimas novedades de la moda y de frente como bien dijo el abogado los grandes almacenes de Galerías Preciados.

    Su ansiedad era grande, porque había puesto todas sus esperanzas en esta desconocida mujer. – ¿Usted dirá? – dijo la mujer, hojeando a la vez las revistas de moda que se hallaban en el mostrador. José volvió a mirarla detenidamente a la vez que no pudo menos que decirse: – ¡Qué guapa era! La verdad es que era una mujer seductora y le recordaba a una de esas mujeres que deslumbran en el cine. – ¿Caballero que deseaba Usted? Volvió a repetir con voz suave, a la vez que dejaba de ojear la revista.
    –Vengo preguntando por María, la señora de Cresto. Como si la pregunta no le hubiera gustado nada, ella quedó cavilando un instante a la vez que clavaba sus ojos en los suyos. – ¿Quién es usted?
    –Bueno vengo de la parte del señor Rato el abogado de su marido.
    – ¡Caballero, dirá mi ex marido! – ¿No será usted de la policía?
    – ¡No, no se inquiete!
    –Señora-perdone. –En primer lugar la diré que soy el hijo de Margarita la mujer que fue detenida con su marido.
    – ¿Y en qué, puedo yo servirlo?
    –Simplemente señora, que, por favor, me informe si no la importa donde vive Ernesto en París.
    –Bueno perdone ahora recuerdo que me telefoneo el abogado me dijo que un joven deseaba hablarme y espero que me perdone por mi sequedad… –No se preocupe buen hombre que dentro de mis posibilidades le intentaré ayudar.

    Luego María, volvió a observarlo tan fijamente, que José, al sentirse acariciado por aquel mirar profundo, reconoce que experimento como en sus años de pubertad el mismo sonrojo.
    –“Mucho le hablaría de mi marido”, pero no tenemos tiempo para eso. –No obstante le diré que me separé de él, meses antes de salir de la cárcel, dado que mi trabajo era incompetente con su ridícula manera de pensar y, además, los celos lo devoraban. –No era vida para mí, es verdad que cuando nos casamos su capacidad intelectual me cautivo, pero nunca creí que llegara tan lejos con sus ideas.
    – ¡Y además para colmo son gente, que con poca capacidad llegan ministros!

    –“Él creyó siempre que la sociedad caminaba a pasos de gigante para igualarse toda y la desaparición de las clases. –Yo nunca lo creí, ya que siempre habrá clases; por más que aseguren que esta igualdad se ha iniciado ya en el lenguaje y en el vestir, yo trabajo en la moda y conozco a la alta sociedad y a mí no me entra eso. –Yo nunca lo creí y hoy lo que hay es la misma “democracia orgánica” que Franco preconizaba ya antes de su muerte, dejando todo bien atado los niveles; sean económicos como políticos. Los pobres siguen siendo cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. –“Y buena es la mesa y la buena ropa lo que siempre los distingue y no hablemos del poder de mandar”.

  2. #32
    Fecha de Ingreso
    11-mayo-2015
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    193

    Predeterminado

    Se sigue
    Las emociones varias que se sucedieron en su mente, se fueron calmando y por fin termino diciendo: –Es verdad que Cresto es un hombre honesto, pero hoy no basta con eso. –”Tu madre se fue a París con él, pero no te preocupes, a Cresto y a tu madre no les unió más que sus pobres sentimientos de una igualdad trasnochada. –Yo sé que tu madre, a la que la trate antes de entrar en la cárcel; siempre estuvo enamorada de una sola persona y que por cierto mientras estuvo con ella, él, fue quien la ayudó a soportar la cárcel. –“Nunca supe quién era” y solo oí hablar poca de él. La verdad es que José no llego a hilvanar bien lo que María le estaba explicando, no obstante, si con siguió su cometido que era recopilar las señas de su “marido” en París. Y que eran en el Hotel Carrión, situado en la Rue Bobillot y a pocos metros de la Plaza d’Italie.

    En medio de un abatimiento general y de la más pobre esperanza por solucionar su problema, José dejó escapar un ahogado suspiro y torció los labios en una triste sonrisa. Había pasado un mes sin que su situación variara sensiblemente y a estos motivos de pena se añadían la falta de respuesta a las cartas enviadas y devueltas a su tío Francisco en Roma. En su mente, lo extraño reinaba con verdadera confusión, al luchar en sombrío pugilato con lo imposible. « ¿Quién sería aquel personaje extraño que visitaba y ayudaba económicamente a su madre?»… ¿Él porque su tío Francisco hacia más de dos años que no le escribía? José quedó pensativo unos minutos, para después recordar las palabras de su tío él siempre llevaba grabada en su memoria: –cuando seas un hombre comprenderás mejor la dureza de la vida.
    –« ¡Perdónala es tu madre! – Sabes José tu madre fue buena. – Y un día comprenderás que la tentación de la carne, conlleva con facilidad al pecado y tu madre fue víctima de su primera locura de amor».

    La cosa estaba clara y por tanto solo le quedaba organizar este verano un viaje a la capital francesa. Dado que el deseo de José por encontrar a su madre lo más pronto posible, se había convertido en una constante obsesión. Se sentía triste y ligeramente perturbado, pero la noticia que había recibido el último día en el ministerio, apareció ante sus ojos como la oportunidad más esperada. Era la ocasión que le brindaban de viajar a Roma la ciudad Eterna. José miró detenidamente los papeles que le informaban de asistir a la reunión que la Comunidad Europea celebraría en Roma el quince de mayo. La reunión en cuestión, tenía como fin la elaboración de una plataforma social conjunta para los trabajadores europeos.

    Este viaje le encantaba más que otros viajes que llevaba hechos a otras ciudades, ya que ahora tendría la oportunidad de visitar a su tío Francisco del que desde hace tiempo no sabía nada. Sus días eran contados y de mucho trabajo, pero a pesar de todo perdería unos días a su lado. Años hacia qué había pasado José sin que le preocupase la necesidad de ver a su tío. Pero reconocía que ahora no era más que un agradable recuerdo, que surgía de tarde en tarde en su memoria. Ya que sus gustos y costumbres resultaban diversos, y José se veía unido a él únicamente por los recuerdos de su infancia. Pero ahora le necesitaba más que nunca y reconocía que era con el único propósito de que él pudiera ayudarle en su difícil búsqueda para encontrar a su madre.

    La emoción que produce la proximidad de Roma se manifiesta ya al descubrirla desde el aire, pues una vez en ella la emoción es incomparable. Al llegar a Roma José se hospedó en un hotel que sus ventanas daban al Coliseo y al deslizar la vista sobre esta milenaria ruina, se sintió en un ambiente de grandeza. Ya que en ese momento le llegan a uno los recuerdos se endurecen con los recuerdos de esos gladiadores tensos y apurados ante un enemigo sin escrúpulos. Por eso al contemplar hoy el Coliseo desmantelado y en un lamentable aspecto de ruinas para comprender su hermosura y el ambiente que tendría en la época del Imperio. Roma fue la cuna de la más célebre república, y por eso en la Edad Media cuando los reyes eran omnipotentes y los pueblos rebaños si esperanzas de libertad. Veneraban a Espartaco el gladiador esclavo, que oso por un tiempo oponerse a los poderosos y que como tantos otros fueron crucificados por su desobediencia.

  3. #33
    Fecha de Ingreso
    11-mayo-2015
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    193

    Predeterminado

    SE SIGUE
    Al otro día paseo por Roma con el deseo de verlo todo y con las ansias de penetrar de un golpe en el corazón de esta eterna ciudad. A las tres de la tarde y después de tomar asiento en la terraza saboreó una típica Pizza Italiana en un restaurante ya cerca del Vaticano y para más detalles en barrio conocido como la Ciudad Leonina. Donde ya las calles están repletas por vendedores de estampas, rosarios y recuerdos de Roma. No sé cuánto tiempo pasó en la plaza de San Pedro contemplado las armoniosas columnas, su fachada monumental que al más ateo le hace perder el concepto de la pura reflexión y para más en el terreno que ocupa El Vaticano se podría construirse una ciudad. Jamás rey ni los antiguos Césares, tuvieron el esplendor de vivienda y semejante.

    Al preguntar en el secretariado del Vaticano regentado por la famosa guardia Suiza, se le comunico que su tío hacia ya dos años que abandono Roma. Como quiera que esa respuesta no le diera solución a sus preocupaciones, decidió pedir una entrevista para el día siguiente, con un máximo responsable del secretariado.

    José fue recibido por un sacerdote vestido con traje de corte y confección y no más viejo que él. – ¿Quién es usted? – ¡En qué puedo servirle!
    –Bueno, yo soy sobrino del padre Francisco que trabaja en la oficina jurídica del Vaticano.
    –Con mayor discreción lo único que puedo decirle, es que el padre Francisco fue expulsado hace ya más de dos años del Vaticano. –Le aseguro que le conocía bien y, además, éramos buenos amigos pero nunca comulgue con sus desbaratadas ideas. –Francisco aprovechó su importante responsabilidad que le había encomendado el Santo Padre, para traicionar su confianza. –Él en poco tiempo fue la cabeza viviente de la disparidad de abolir el Celibato en la Iglesia y en la actualidad ha conseguido dirigir un movimiento que abarca a miles de sacerdotes e inclusive un buen número de obispos que le apoyan.

    Al oír las palabras entrecortadas del joven sacerdote, a José le pareció en cierto momento que le faltaba oxigeno a sus pulmones y la placidez de minutos antes se convirtió en una auténtica excitación de sus nervios. ¡Cosa inexplicable para José! El sacerdote, después más tenaz en su insolencia lo siguió tratando fríamente, y sin esforzándose por hacerle ver que su tío pudiera tener a la vez sus propias cualidades y por lo tanto él rápido comprendió que para el joven sacerdote era ya desagradable su presencia.

    Luego se hizo un silencio molesto, por lo que José quiso salir de esta situación lo más pronto posible. Ya le molestaba ver aquel sacerdote glacial, indiferente, tratándole con hipócrita cortesía y sosteniendo con gran corrección las distancias para evitar la confianza. Por eso deseoso de saber el paradero de su tío, terminó por pedirle que le diera las señas o su paradero actual.
    –Bueno-solo puedo decirle, que sigue ejerciendo de sacerdote, se fue a París y después de cierto tiempo se trasladó al Canadá en la actualidad tienen sus feligreses en el Canadá y más exacto en Mont-Moreny muy cerca de Quebec.

    Otra vez cambio el tono, añadiendo con acento enérgico que se excusaba, pero debía abandonar la oficina. José incapaz de emitir palabra a las bruscas expresiones del sacerdote, quitó la oficina. Luego disimuló sus pensamientos y sin levantar la cabeza con voz sorda se dijo: -“¿Cuál fue él motivó que le llevo a desobedecer a su tío a la poderosa Iglesia católica, o es que había algo en él, que le arrastraba a la total incomprensión sobre su tío?”. – ¡Tal vez, no pudo resistir a las ansias de libertad absoluta, de una vida modesta y entregada a su total aislamiento!
    Luego termino por sonreír con forzosa sutileza. "Qué vale su opinión, que le importaba a él, si las personas que forman nuestro mundo seguirán siendo las mismas”… y, además, los mismos que gobernaron, seguirán gobernando, por eso no debía preocuparse y eso si olvídales. ¿Qué vale su opinión?… ¡No es más fácil dejar que deslicen su existencia sin inquietudes ni desagravios! La verdad es que él comprendía bien la posición de su tío ya que el resto de los hombres aman las mujeres, pero su tío dejó de serlo al dedicarse por entero a servir a su Dios. – ¿Aunque podría ser que él sintiera todavía sus años jóvenes o tal vez el recuerdo de un amor en el pasado le haga sentir de nuevo el deseo de volverla a buscar?

    Quedo luego en silencio largo rato, mirando con fijeza el inmenso edificio del Vaticano, pero esta vez sin llegar a verle y esta vez por estar abstraído en la importancia de sus propios pensamientos. Pero al fin se dijo con una frialdad asombrosa que su tío podría llevar razón ya que los tabúes del Celibato en la Iglesia a lo largo de su historia, debían ser denunciados de una vez para siempre. ¡Su tío tal vez, marchó para ser libre y en eso consiste la verdadera felicidad!

    Pues al parecer y a lo largo de la historia. La Iglesia, había tolerado el celibato, pero siempre que fuera ordenado y discreto. Lorenzo Valla, célebre escritor italiano, trata los hombres y los dogmas del catolicismo con ironía igual a la de los libres pensadores del siglo XVIII.
    La filosofía de este humanismo evocaba la imagen de una carrera sin frenos, entre alaridos gozosos, después de la cautividad de varios siglos en que había vivido el pensamiento. Era el Evangelio del placer, la satisfacción de todos los apetitos. Y el término saltando alegre sobre cuantas barreras había levantado la fuerte disciplina.
    No obstante, él podía justificar, el adulterio al admitirse como algo natural, pero siempre que fuese “ordenado y discreto”. A cambio sé debía ser prudente y, evitar el adulterio y el desorden en los deleites cuando representasen algún peligro.

    Para José el pasado de la Iglesia y el presente fue siempre el de intentar esconder sus miserias, con el fin de preservar la Nación más poderosa del mundo que jamás la historia haya conocido y todo gracias al Celibato. Tal doctrina regocijaba a los hombres más poderosos de entonces. Nadie se atrevió a declarar en público su disconformidad con ellos. Por tanto, jamás en cierta época de la historia de la Iglesia se vieron un deseo tan general de gozar, de ir en busca del deleite, arrollado obstáculos. Nunca la humanidad mostró un cinismo tan sereno para la satisfacción de sus pasiones.

  4. #34
    Fecha de Ingreso
    11-mayo-2015
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    193

    Predeterminado

    Se sigue
    Hubo una época donde casi todos los reyes y príncipes de los estados de Italia eran hijos ilegítimos. A su vez, los obispos ricos, los cardenales y ciertos papas hacían igual que los soberanos laicos, teniendo a su lado numerosos hijos, disimulados al principio con él titulo de sobrino y reconocidos finalmente como hijos sin empacho alguno. Pues como se sabe era corriente que miembros del clero vivieran en cuncubinaje público, dado que siempre tenían una mujer o varias al lado de ellos.
    Sus costumbres resultaban aún más “abominables”: El encuentro con el señor Rato emocionó mucho a José, hasta el extremo de no poderse quitar de la cabeza las penalidades de su madre. Teresa al escuchar atentamente a su marido y observar su mirada triste comenzó verdaderamente a inquietarse por él. Dado que las explicaciones que él le daba, le iban causando un nudo en la garganta insoportable.
    – ¿Qué más puedo contarte?
    –Ya que te lo dije todo…
    –Pero pesar de todo no comprendo José, como no eres capaz de hacer más llevadera esta situación.
    –Por un lado te sonríe la vida a nivel del trabajo y por otro no conozco a nadie que a tu edad consiguiera llegar tan alto en el ministerio.
    –Y sin embargo siempre tienes los ojos siempre tristes…
    – ¿Dime amor por qué no eres feliz?
    –Debe ser que mi corazón no es del todo feliz.
    –José, te pregunto en serio y por tu bien. –Y pienso él porque la persona puede ser verdaderamente desgraciada cuando lo posee todo.
    –La verdad es que tengo una buena mujer, soy afortunado en el trabajo y sin embargo me siento como un fantasma sin alma…
    – ¡Y todo Teresa porque siempre me faltara mi madre!
    –José, no debes de desanimarte, y piensa que hay que empezar de nuevo si hace falta y sobretodo comprende por experiencia propia que la vida no es fácil.
    – ¿Sabes, José? – A veces veo con toda claridad el final de todo esto, pero estoy convencida que con tenacidad terminaras encontrando a tu madre.

    Siguiendo las indicaciones del abogado de su madre, José se decidió a seguir su consejo y visitar la ex-compañera de Ernesto si quería conocer el domicilio de su madre en París. Por eso, serian las cinco de la tarde cuando él al llegar a la Puerta del Sol hecho la cabeza atrás para abarcar con su vista la altura del reloj del palacio de la Gobernación. Después torció a la derecha donde se hallaba la calle Preciados y las cinco de la tarde era la mejor hora para su visita. Al llegar al número diez, observó que él número coincidía con una tienda de grandes escaparates exhibiendo las últimas novedades de la moda y de frente como bien dijo el abogado los grandes almacenes de Galerías Preciados.

    Su ansiedad era grande, porque había puesto todas sus esperanzas en esta desconocida mujer. – ¿Usted dirá? – dijo la mujer, hojeando a la vez las revistas de moda que se hallaban en el mostrador. José volvió a mirarla detenidamente a la vez que no pudo menos que decirse: – ¡Qué guapa era! La verdad es que era una mujer seductora y le recordaba a una de esas mujeres que deslumbran en el cine. – ¿Caballero que deseaba Usted?-Volvió a repetir con voz suave, a la vez que dejaba de ojear la revista.
    –Vengo preguntando por María, la señora de Ernesto. Como si la pregunta no le hubiera gustado nada, ella quedó cavilando un instante a la vez que clavaba sus ojos en los suyos. – ¿Quién es usted?
    –Bueno vengo de la parte del señor Rato el abogado de su marido.
    – ¡Caballero, dirá mi ex marido! – ¿No será usted de la policía?
    – ¡No, no se inquiete!
    –Señora-perdone. –En primer lugar la diré que soy el hijo de Margarita la mujer que fue detenida con su marido.
    – ¿Y en qué, puedo yo servirlo?
    –Simplemente señora, que, por favor, me informe si no la importa donde vive Ernesto en París.
    –Bueno perdone ahora recuerdo que me telefoneo el abogado me dijo que un joven deseaba hablarme y espero que me perdone por mi sequedad… –No se preocupe buen hombre que dentro de mis posibilidades le intentaré ayudar.

    Luego María, volvió a observarlo tan fijamente, que José, al sentirse acariciado por aquel mirar profundo, reconoce que experimento como en sus años de pubertad el mismo sonrojo.
    –“Mucho le hablaría de mi marido”, pero no tenemos tiempo para eso. –No obstante le diré que me separé de él, meses antes de salir de la cárcel, dado que mi trabajo era incompetente con su ridícula manera de pensar y, además, los celos lo devoraban. –No era vida para mí, es verdad que cuando nos casamos su capacidad intelectual me cautivo, pero nunca creí que llegara tan lejos con sus ideas.
    – ¡Y además para colmo son gente, que con poca capacidad llegan ministros!

    –“Él creyó siempre que la sociedad caminaba a pasos de gigante para igualarse toda y la desaparición de las clases. –Yo nunca lo creí, ya que siempre habrá clases; por más que aseguren que esta igualdad se ha iniciado ya en el lenguaje y en el vestir, yo trabajo en la moda y conozco a la alta sociedad y a mí no me entra eso. –Yo nunca lo creí y hoy lo que hay es la misma “democracia orgánica” que Franco preconizaba ya antes de su muerte, dejando todo bien atado los niveles; sean económicos como políticos. Los pobres siguen siendo cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. –“Y buena es la mesa y la buena ropa lo que siempre los distingue y no hablemos del poder de mandar”.

    Las emociones varias que se sucedieron en su mente, se fueron calmando y por fin termino diciendo: –Es verdad que Ernesto es un hombre honesto, pero hoy no basta con eso. –”Tu madre se fue a París con él, pero no te preocupes, a Ernesto y a tu madre no les unió más que sus pobres sentimientos de una igualdad trasnochada. –Yo sé que tu madre, a la que la trate antes de entrar en la cárcel; siempre estuvo enamorada de una sola persona y que por cierto mientras estuvo con ella, él, fue quien la ayudó a soportar la cárcel. –“Nunca supe quién era” y solo oí hablar poca de él. La verdad es que José no llego a hilvanar bien lo que María le estaba explicando, no obstante, si con siguió su cometido que era recopilar las señas de su “marido” en París. Y que eran en el Hotel Carrión, situado en la Rué Bobillot y a pocos metros de la Plaza d’Italie.

    En medio de un abatimiento general y de la más pobre esperanza por solucionar su problema, José dejó escapar un ahogado suspiro y torció los labios en una triste sonrisa. Había pasado un mes sin que su situación variara sensiblemente y a estos motivos de pena se añadían la falta de respuesta a las cartas enviadas y devueltas a su tío Francisco en Roma. En su mente, lo extraño reinaba con verdadera confusión, al luchar en sombrío pugilato con lo imposible. « ¿Quién sería aquel personaje extraño que visitaba y ayudaba económicamente a su madre?»… ¿Él porque su tío Francisco hacia más de dos años que no le escribía? José quedó pensativo unos minutos, para después recordar las palabras de su tío él siempre llevaba grabada en su memoria: –cuando seas un hombre comprenderás mejor la dureza de la vida.
    –« ¡Perdónala es tu madre! – Sabes José tu madre fue buena. – Y un día comprenderás que la tentación de la carne, conlleva con facilidad al pecado y tu madre fue víctima de su primera locura de amor».

    La cosa estaba clara y por tanto solo le quedaba organizar este verano un viaje a la capital francesa. Dado que el deseo de José por encontrar a su madre lo más pronto posible, se había convertido en una constante obsesión. Se sentía triste y ligeramente perturbado, pero la noticia que había recibido el último día en el ministerio, apareció ante sus ojos como la oportunidad más esperada. Era la ocasión que le brindaban de viajar a Roma la ciudad Eterna. José miró detenidamente los papeles que le informaban de asistir a la reunión que la Comunidad Europea celebraría en Roma el quince de mayo. La reunión en cuestión, tenía como fin la elaboración de una plataforma social conjunta para los trabajadores europeos.

    Este viaje le encantaba más que otros viajes que llevaba hechos a otras ciudades, ya que ahora tendría la oportunidad de visitar a su tío Francisco del que desde hace tiempo no sabía nada. Sus días eran contados y de mucho trabajo, pero a pesar de todo perdería unos días a su lado. Años hacia qué había pasado José sin que le preocupase la necesidad de ver a su tío. Pero reconocía que ahora no era más que un agradable recuerdo, que surgía de tarde en tarde en su memoria. Ya que sus gustos y costumbres resultaban diversos, y José se veía unido a él únicamente por los recuerdos de su infancia. Pero ahora le necesitaba más que nunca y reconocía que era con el único propósito de que él pudiera ayudarle en su difícil búsqueda para encontrar a su madre.

    La emoción que produce la proximidad de Roma se manifiesta ya al descubrirla desde el aire, pues una vez en ella la emoción es incomparable. Al llegar a Roma José se hospedó en un hotel que sus ventanas daban al Coliseo y al deslizar la vista sobre esta milenaria ruina, se sintió en un ambiente de grandeza. Ya que en ese momento le llegan a uno los recuerdos se endurecen con los recuerdos de esos gladiadores tensos y apurados ante un enemigo sin escrúpulos. Por eso al contemplar hoy el Coliseo desmantelado y en un lamentable aspecto de ruinas para comprender su hermosura y el ambiente que tendría en la época del Imperio. Roma fue la cuna de la más célebre república, y por eso en la Edad Media cuando los reyes eran omnipotentes y los pueblos rebaños si esperanzas de libertad. Veneraban a Espartaco el gladiador esclavo, que oso por un tiempo oponerse a los poderosos y que como tantos otros fueron crucificados por su desobediencia.

  5. #35
    Fecha de Ingreso
    11-mayo-2015
    Mensajes
    193

    Predeterminado

    Al otro día paseo por Roma con el deseo de verlo todo y con las ansias de penetrar de un golpe en el corazón de esta eterna ciudad. A las tres de la tarde y después de tomar asiento en la terraza saboreó una típica Pizza Italiana en un restaurante ya cerca del Vaticano y para más detalles en barrio conocido como la Ciudad Leonina. Donde ya las calles están repletas por vendedores de estampas, rosarios y recuerdos de Roma. No sé cuánto tiempo pasó en la plaza de San Pedro contemplado las armoniosas columnas, su fachada monumental que al más ateo le hace perder el concepto de la pura reflexión y para más en el terreno que ocupa El Vaticano se podría construirse una ciudad. Jamás rey ni los antiguos Césares, tuvieron el esplendor de vivienda y semejante.

    Al preguntar en el secretariado del Vaticano regentado por la famosa guardia Suiza, se le comunico que su tío hacia ya dos años que abandono Roma. Como quiera que esa respuesta no le diera solución a sus preocupaciones, decidió pedir una entrevista para el día siguiente, con un máximo responsable del secretariado.

    José fue recibido por un sacerdote vestido con traje de corte y confección y no más viejo que él. – ¿Quién es usted? – ¡En qué puedo servirle!
    –Bueno, yo soy sobrino del padre Francisco que trabaja en la oficina jurídica del Vaticano.
    –Con mayor discreción lo único que puedo decirle, es que el padre Francisco fue expulsado hace ya más de dos años del Vaticano. –Le aseguro que le conocía bien y, además, éramos buenos amigos pero nunca comulgue con sus desbaratadas ideas. –Francisco aprovechó su importante responsabilidad que le había encomendado el Santo Padre, para traicionar su confianza. –Él en poco tiempo fue la cabeza viviente de la disparidad de abolir el Celibato en la Iglesia y en la actualidad ha conseguido dirigir un movimiento que abarca a miles de sacerdotes e inclusive un buen número de obispos que le apoyan.

    Al oír las palabras entrecortadas del joven sacerdote, a José le pareció en cierto momento que le faltaba oxigeno a sus pulmones y la placidez de minutos antes se convirtió en una auténtica excitación de sus nervios. ¡Cosa inexplicable para José! El sacerdote, después más tenaz en su insolencia lo siguió tratando fríamente, y sin esforzándose por hacerle ver que su tío pudiera tener a la vez sus propias cualidades y por lo tanto él rápido comprendió que para el joven sacerdote era ya desagradable su presencia.
    Luego se hizo un silencio molesto, por lo que José quiso salir de esta situación lo más pronto posible. Ya le molestaba ver aquel sacerdote glacial, indiferente, tratándole con hipócrita cortesía y sosteniendo con gran corrección las distancias para evitar la confianza. Por eso deseoso de saber el paradero de su tío, terminó por pedirle que le diera las señas o su paradero actual.
    –Bueno-solo puedo decirle, que sigue ejerciendo de sacerdote, se fue a París y después de cierto tiempo se trasladó al Canadá en la actualidad tienen sus feligreses en el Canadá y más exacto en Mont-Moreny muy cerca de Quebec.

    Otra vez cambio el tono, añadiendo con acento enérgico que se excusaba, pero debía abandonar la oficina. José incapaz de emitir palabra a las bruscas expresiones del sacerdote, quitó la oficina. Luego disimuló sus pensamientos y sin levantar la cabeza con voz sorda se dijo: “¿Cuál fue él motivó que le llevo a desobedecer a su tío a la poderosa Iglesia católica, o es que había algo en él, que le arrastraba a la total incomprensión sobre su tío?”. – ¡Tal vez, no pudo resistir a las ansias de libertad absoluta, de una vida modesta y entregada a su total aislamiento!
    Luego termino por sonreír con forzosa sutileza. "Qué vale su opinión, que le importaba a él, si las personas que forman nuestro mundo seguirán siendo las mismas”… y, además, los mismos que gobernaron, seguirán gobernando, por eso no debía preocuparse y eso si olvídales. ¿Qué vale su opinión?… ¡No es más fácil dejar que deslicen su existencia sin inquietudes ni desagravios! La verdad es que él comprendía bien la posición de su tío ya que el resto de los hombres aman las mujeres, pero su tío dejó de serlo al dedicarse por entero a servir a su Dios. – ¿Aunque podría ser que él sintiera todavía sus años jóvenes o tal vez el recuerdo de un amor en el pasado le haga sentir de nuevo el deseo de volverla a buscar?

    Quedo luego en silencio largo rato, mirando con fijeza el inmenso edificio del Vaticano, pero esta vez sin llegar a verle y esta vez por estar abstraído en la importancia de sus propios pensamientos. Pero al fin se dijo con una frialdad asombrosa que su tío podría llevar razón ya que los tabúes del Celibato en la Iglesia a lo largo de su historia, debían ser denunciados de una vez para siempre. ¡Su tío tal vez, marchó para ser libre y en eso consiste la verdadera felicidad!

    AL parecer y a lo largo de la historia. La Iglesia, había tolerado el celibato, pero siempre que fuera ordenado y discreto. Lorenzo Valla, célebre escritor italiano, trata los hombres y los dogmas del catolicismo con ironía igual a la de los libres pensadores del siglo XVIII.
    La filosofía de este humanismo evocaba la imagen de una carrera sin frenos, entre alaridos gozosos, después de la cautividad de varios siglos en que había vivido el pensamiento. Era el Evangelio del placer, la satisfacción de todos los apetitos. Y el término saltando alegre sobre cuantas barreras había levantado la fuerte disciplina.
    No obstante el podía justificar, el adulterio al admitirse como algo natural, pero siempre que fuese “ordenado y discreto”. A cambio se debía ser prudente y, evitar el adulterio y el desorden en los deleites cuando representasen algún peligro.

    Para José el pasado de la Iglesia y el presente fue siempre el de intentar esconder sus miserias, en aras de preservar la Nación más poderosa del mundo que jamás la historia haya conocido y todo gracias al Celibato. Tal doctrina regocijaba a los hombres más poderosos de entonces. Nadie se atrevió a declarar en público su disconformidad con ellos. Por tanto, jamás en cierta época de la historia de la Iglesia se vieron un deseo tan general de gozar, de ir en busca del deleite, arrollado obstáculos. Nunca la humanidad mostró un cinismo tan sereno para la satisfacción de sus pasiones.

    Hubo una época donde casi todos los reyes y príncipes de los estados de Italia eran hijos ilegítimos. A su vez, los obispos ricos, los cardenales y ciertos papas hacían igual que los soberanos laicos, teniendo a su lado numerosos hijos, disimulados al principio con él titulo de sobrino y reconocidos finalmente como hijos sin empacho alguno. También los miembros del clero vivían en cuncubinaje público y siempre tenían una mujer o varias al lado de ellos. Y además, sus costumbres resultaban aún más “abominables”:-cómo era una de las diversiones más corrientes, después de una cena. -La de reclutar prostitutas y ponerlas desnudas arrojándolas castañas y almendras para que las buscasen marchando a cuatro patas por debajo de los muebles. Sin contar a la vez el abuso, de niños tan generalizado a lo largo de la historia y denunciado últimamente por la prensa.
    Luego hizo una pausa, para añadir con desaliento, que ya había visto bastante y al día siguiente de que terminara los trabajos de la asamblea abandonaría Roma.





    CAPÌTULO

  6. #36
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    11-mayo-2015
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    H
    Se sigue
    Hubo una época donde casi todos los reyes y príncipes de los estados de Italia eran hijos ilegítimos. A su vez, los obispos ricos, los cardenales y ciertos papas hacían igual que los soberanos laicos, teniendo a su lado numerosos hijos, disimulados al principio con él titulo de sobrino y reconocidos finalmente como hijos sin empacho alguno. También los miembros del clero vivían en cuncubinaje público y siempre tenían una mujer o varias al lado de ellos. Y además, sus costumbres resultaban aún más “abominables”:-cómo era una de las diversiones más corrientes, después de una cena. -La de reclutar prostitutas y ponerlas desnudas arrojándolas castañas y almendras para que las buscasen marchando a cuatro patas por debajo de los muebles. Sin contar a la vez el abuso, de niños tan generalizado a lo largo de la historia y denunciado últimamente por la prensa.
    Luego hizo una pausa, para añadir con desaliento, que ya había visto bastante y al día siguiente de que terminara los trabajos de la asamblea abandonaría Roma.





    CAPÌTULO XIII

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