“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1, 1 y 14).

“Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20, 28).

“Les dijo Jesús: De cierto, de cierto os digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy” (Juan 8, 58).

“Yo Soy” es el mismo nombre con que Dios se llamó a si mismo cuando se le apareció a Moisés en la zarza ardiente indicándole que Él es el ser supremo eterno increado.* Cuando Jesús habla así de Él mismo, nos estaba indicando claramente que Él es Dios. Es por eso que los judíos “tomaron piedras” para matar a Jesús (Juan 8, 59).* La profecía de Isaías 9, 6, que trata claramente sobre Jesús, también prueba que Jesús es Dios.

“Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9, 6)

Una de nuestras favoritas al respecto, pero que a menudo es pasada por alto, es Hechos 3, 15. Hablando de cómo los judíos prefirieron liberar al asesino Barrabás para crucificar a Jesús, San Pedro dice:

“Y matasteis al Autor de la vida…” (Hechos 3, 15).
El Autor de la vida es Dios, por lo tanto, Jesús es Dios. *Hay muchos otros pasajes, como en Apocalipsis capítulo 1:

“Y en medio de los candeleros vi a uno semejante al Hijo del Hombre… Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mí su mano derecha y me dijo: ‘No temas. Yo soy el primero y el último. *He aquí que vivo por los siglos de los siglos…’” (Apoc. 1).
Algunas personas no saben que Dios mismo se describe en el Antiguo Testamento como “el primero y el último”.

“Yo el Señor, yo soy el primero y el último” (Isaías 41, 4).
Hay muchos otros pasajes que pueden citarse, pero el hecho de que Jesús es Dios también se prueba por lo que se llama la “cristología implícita”. *Esto se refiere a la manera como Jesús habló para demostrar que Él es Dios.

“Habéis oído que fue dicho: No cometerás adulterio.* Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5, 28).
Nótese que Jesús, al comentar sobre las palabras y los mandamientos de Dios mismo en Éxodo 20, 14, Él claramente coloca su propia declaración al mismo nivel: Habéis oído que Dios ha dicho, PERO YO DIGO, dice Jesús. Este modo de hablar muestra que Jesús es Dios.

Otro pasaje interesante se encuentra en Gálatas.

“Pablo, apóstol, no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos…“ (Gálatas 1, 1)
Puesto que Pablo no se convirtió en apóstol por los hombres o del hombre, sino por Jesucristo, la implicación evidente es que Jesucristo no es sólo un hombre, sino que Él también es Dios.