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Levísimo pañuelo
de tránsito encantado,
¿le dará tu caricia
consumación al vago
presagio de la noche
rosada que crecía?
¿Veré cómo tu mano
redime la ceniza
rosada que danzaba
en el venero de oro?
¿El secreto preclaro
que opalesce en tus ojos
reencenderá la llama
doliente que velaba
en la rosada esfera?
Matrices de ultrasueño,
tempranas, nos convocan
para el renacimiento
o la locura. Dulce
e inescrutable existes.
Hipnos guarda tu nombre
y en él grita el deseo.
Aldo Oliva
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Última edición por Estrella_fugaz; 23-ago.-2014 a las 09:58
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Que no sea tu cuerpo la primera tumba de tu esqueleto.