Epílogo requiém
(Fragmento)

Ahora sé cómo caen las personas,
cómo, debajo de los párpados, asoma el miedo,
cómo el sufrimiento pone en las mejillas
duras páginas de escritura cuneiforme.
Cómo los rizos negros o cenicientos
se tornan plateados de repente,
la sonrisa se desvanece en labios obedientes,
y en la risa marchita tiembla el pavor.
Y no ruego por mí sola,
sino por todos los que allí estuvieron conmigo,
en el frío glacial, y en el calor de julio
en los ciegos muros de color rojo.








El sauce

Crecí en medio de un silencio de arabescos,
en la habitación infantil y fría del joven siglo.
No me era grata la voz de los hombres,
sólo entendía la del viento.
Yo amaba la ortiga y la bardana,
pero por encima de todo el sauce plateado.
Agradecido, él vivió siempre junto a mí,
sus ramas sollozantes
cubrían de sueños, mi insomnio.
Y, extrañamente, le he sobrevivido.
Afuera, el tronco cercenado permanece,
mientras otros sauces con voces alienadas,
algo dicen bajo nuestro cielo.
Y yo guardo silencio… como si hubiera muerto un hermano.


Sendos poemas de Anna Akhmatova (Anna Andreevna Gorenko)