Mi nombre es Mariana ( 35 ) y llevo 15 años casada con el hombre
de mi vida del que estoy enamorada.
Cuando con mi marido comenzamos a fantasear con la idea de agregar
alguien mas en nuestra cama, pensé que nunca pasaríamos del terreno
de la pura fantasía morbosa.
Solo que -luego- nos fuimos entusiasmando con la idea, y la insistencia
de mi esposo mi hizo terminar deseando experimentarlo.
Una noche decidimos ir a un local swinger del que habíamos tenido noticias,
la idea era apenas conocer el ambiente y -eventualmente- conocer alguna
pareja o persona de esa cultura sw que nos compartiera su experiencia.
Pero al llegar al local, fuimos recibidos por un chico -guapísimo- que se
dedicaba a las relaciones públicas del local y que -dicho sea de paso- quedó
fascinado conmigo.
Bruno -así se llamaba el chico- era pelirrojo y pecoso, con un cuerpazo atlético
y nos trajo bebidas y se sentó a conversar con nosotros.
Era un desfachatado que no ocultaba su interés en mi, mismo enfrente de mi
propio marido que estaba fascinado con la experiencia.
Una mirada cómplice con mi marido fue suficiente para entender que ese era
el hombre perfecto para tener nuestra "primera vez" y así fue.
Invitamos a Bruno a nuestra casa y a nuestra cama, y realmente FUE FANTÁSTICO.
Tanto nos gustó la experiencia que nunca mas paramos y ya llevamos mas de 10
años en el mundo swinger.