Hola . Tiene mucho tiempo que no paso por este sitio, así que decidí compartirles un escrito que redacté hace no mucho; se encuentra dividido en seis capítulos y un epílogo los cuales postearé dependiendo de las respuestas en el tema.
Es bueno estar por aquí de nuevo .

Atrapado

¡Pero no!..., tu misión no está acabada,
que ni es la nada el punto en que nacemos,
ni el punto en que morimos es la nada.
-Manuel Acuña
Ante un cadáver”.

I

Abro los ojos. No puedo distinguir nada a excepción de un color ámbar el cual cubre la totalidad, como si estuviera dentro de una piedra de ese color. Probablemente se debe a la medicación, un trasplante de corazón no es una operación sencilla. Quizá desperté antes de tiempo, será mejor que cierre los ojos y duerma nuevamente… ¿Pero qué mierda? Acabo de cerrar mis ojos, si, mis parpados superiores se encontraron con los inferiores pero mi vista no se oscureció; el manto ámbar sigue presente como si no hubiera parpadeado siquiera. No, no es posible, puedo sentir el movimiento del músculo del parpado: arriba, abajo, arriba, abajo; una y otra vez, sin embargo nada cambia, el ambiente continua siendo el mismo, ¿Qué es lo que sucede? Debe haber una explicación para esto… Tal vez estoy soñando profundamente; continúo perdido en lo más recóndito de mi subconsciente debido a la anestesia que me fue administrada con anterioridad. Si, es lo más probable. No debo preocuparme ya que en unas cuantas horas despertaré con un nuevo y sano corazón, con la vida renovada, con una segunda oportunidad.

Un momento, ¿Qué es eso? Un ente extraño asoma lo que parece ser su cabeza por arriba de la mía; es un ser completamente oscuro y amorfo en el que sólo puedo distinguir la parte superior de lo que parecer ser su cara… ¡Sus ojos! Sus ojos, ¡Qué horror! Son dos agujeros escarlata; parecen heridas abiertas derramando borbotones de sangre. Poseen un brillo tan intenso que molesta el solo hecho de mirarlos, no quiero seguir viéndolos, daré la vuelta para apartar esa horrible cosa de mi vista… No, ¡no puedo! Sentí claramente como mis miembros obedecían las órdenes de mi mente, percibí el movimiento pero no pasó absolutamente nada, continúo viendo lo mismo. Pareciera que me encuentro encerrado en un sitio en donde todo permanece inalterable. O quizá realmente estoy inmovilizado, por alguna razón totalmente inerte. Lo único que sé, es que no puedo alejarme de esa terrorífica figura.

El ente comienza a proferir algunos sonidos disonantes, son como gruñidos de un animal salvaje a punto de atacar. Al parecer es un idioma extraño e incomprensible para mí ya que la entidad parece estar hablando con algo o alguien. Otra creatura aparece, esta vez a un costado. Son idénticos: oscuros, amorfos, con un par de aberturas sanguinolentas y gruñidos graves como forma de comunicación. De uno de ellos se desprende una entidad más pequeña, podría ser una especie de brazo en cuyo extremo sostiene un artefacto asemejado a un cuchillo… ¡No, no! , ¡Aleja ese objeto de mí!, ¡No me hagas daño, por favor!
Tranquilo, recuerda que estás dormido y esta es sólo una horrenda pesadilla que terminará pronto, nada ocurrirá. Es sólo un sueño, un profundo sueño…

¡¡¡Aaaaaah!!! , ¡¡Duele, duele mucho!! ¡¡No, no, paren por favor!! La hoja del cuchillo penetra en la piel mi pecho tan profundamente que incluso siento el roce de ésta con mis costillas; el trayecto que recorre la navaja abarca desde la clavícula izquierda hasta el centro de mi pecho, ahora vuelve a subir hasta la clavícula derecha y termina por realizar una pequeña incisión en el vientre... ¡¡El dolor es inconmensurable!! ¡¿Qué está sucediendo, por qué estoy experimentado este malestar tan intenso?! . ¿Será esta la operación? Si así es, ¿Por qué no estoy regocijado en el inmenso océano de mis sueños? ¿Por qué en lugar de eso me encuentro presenciando el horror?

¡Ya, por favor, escuchen mis gritos, vean mis movimientos! ¿Qué no pueden comprender que todavía estoy consciente y puedo sentir como se produce cada corte, como separan ¡¡cada parte!! Mi pecho, lo han divido en dos; la piel arrugada y pegajosa cae a los lados haciendo contacto con mis brazos, la sangre espesa se derrama sobre mis dedos, primero en chorro abundante, después gota por gota. Tengo que hacer algo para advertir lo que está sucediendo; moverme no funciona pues al parecer ellos no dan cuenta del error cometido. Tal vez la anestesia general es la razón por la que mis miembros se encuentran en realidad inertes aún cuando siento que están en movimiento. Debo pensar en algo, pero ¡No puedo concentrarme! Un zumbido agudo parecido al sonido que produce un taladro aturde mis oídos… ¡Aaaaaggggh! ¡Mi pecho nuevamente! Un aparato en movimiento escinde el hueso donde las costillas se encuentran: el esternón ¡¡Que martirio más horroroso!! Las costillas han sido apartadas de su lugar original, permitiendo el acceso a la morada donde reside mi corazón. Una gélida ráfaga de viento se introduce en mi ser interno cuando la membrana que recubre el órgano vital es removida. No puedo hacer nada más que observar a los espectros tenebrosos haciendo su trabajo en mi inmóvil ser mientras percibo pasivamente cada sensación. No quiero perder la cordura, necesito enfocar mi mente en otra cosa.

Recuerdo la expresión de mi novia: sus facciones delataban la natural preocupación que le aquejaba en ese momento.
<<-Todo estará bien, no tienes por que estar preocupada. Los cirujanos que me atenderán son los mejores del país, confía en ellos. En unas horas habré nacido nuevamente. >>

Esas fueron las palabras que le dije antes de entrar al quirófano, a las que ella respondió con un afectuoso beso. Me pregunto que estará pensando en estos momentos, tal vez siga preocupada pero no hay razón para temer pues me encuentro en las mejores manos. No puedo esperar para volver a acariciarla, besarla… La amo demasiado, tanto que puedo soportar este dolor agudo sólo para vivir a su lado tanto tiempo como me permita este nuevo órgano.

¡¡¡Aaaaaaaah!!! ¡Dios, qué dolor! Es el sufrimiento más horrible que jamás haya experimentado; el ente extrae algo de mi tórax y lo sostiene entre sus deformes extremidades. No puedo distinguir con claridad la forma de la pequeña figura, pero sin duda alguna sé que es mi corazón. Mi antiguo y defectuoso corazón ha sido arrancado de mis entrañas para ceder el espacio a uno nuevo y servible. Lo extraño de todo esto es que aun permanezco consciente; mis pensamientos continúan indiferentes ante la carencia del órgano vital, como si mi cerebro no tuviera conexión con el resto de mi cuerpo, como si mi alma estuviera encerrada dentro del cascarón mortal.

¡¿Q…qué están haciendo?! No, no, ¡¡Paren, paren por favor!! No entiendo que está pasando, esto no es normal, no es el procedimiento que deberían estar siguiendo. De la abertura de mi torso extraen cuanto órgano se encuentra dentro, puedo sentir como desprenden uno a uno de su lugar: mi estómago es separado del esófago y del intestino delgado, cortando la relación entre ambos tejidos. Una pequeña fuga de líquido se derrama sobre la piel hendida de mi vientre cuando el ente alza el órgano y lo entrega al otro espectro. Dos manos cálidas sostienen mi hígado y con extrema cautela lo retiran, provocando el derrame de más fluidos sobre los órganos restantes. De esta manera continúan extirpando cada pieza de mi aparato digestivo, indiferentes al daño que esto pudiera causarme.

¿Por qué me hacen esto? ¿Con que finalidad? ¿Acaso se debe a un asunto personal; la cruel venganza de alguien resentido? No, no lo creo, sería demasiado riesgoso. Entonces, ¿Por qué? O es que tal vez… No, no puede ser, ¡NO! ¡Malditos!. Todo es una mentira, siempre lo fue. Me tendieron una trampa y he caído ruinmente. Para ellos yo sólo soy un producto a ofertar, o mejor dicho, lo que reside en mis adentros.
Con lentitud, los tejidos restantes son retirados mientras siento como mi cuerpo es profanado y destrozado por esos bastardos. He sido objeto de un abominable engaño, sé que no sobreviviré y el crimen de estos desgraciados malparidos quedará impune. Maldigo la hora en que ingresé a este hospital, no debí acceder a esta funesta operación. Nunca pensé que todo terminaría así. ¡Oh, que desdicha! ¿Qué será de mis seres queridos, quienes dependían de mí? ¿Qué será del amor de mi vida, que sufrirá afligida la pérdida? Y el miserable engaño del que serán victimas, pues probablemente les hagan creer que fue un error en la operación el que me arrebató la vida.

¡Otra vez ese infernal sonido! ¿Ahora qué planean hacer, si me han despojado de todo aquello con lo que subsistía mi ser? ¿Qué otra cosa podría ofrecerles este guiñapo que poco antes era mi cuerpo, sino únicamente retazos de piel y músculo y astillas de hueso?
Desdichado y desgraciado como me encuentro, sólo queda esperar que la muerte haga acto de presencia y termine con todo este sufrimiento.