Se llamaba Simon Jeffes. Y era músico, aunque supongo que ya pocos se acuerdan de él. Murió en 1997, no hace tanto. Y os diré por qué era un tipo genial.
En primer lugar porque no era de este mundo. ni tocaba en este planeta. Su música era atemporal y exterior. De hecho tocaba en un bar de una galaxia lejana donde todos sus habitantes eran pingüinos. Allí tocaban en un café-bar de pingüinos. Sus camareros lo eran y sus consumidores también.
Como disfrutaban con su música, y tanto que aplaudían con sus anchas alas. Acudían en masa al lugar, pues era aquel un lugar sinfónico. Tenía su propia orquesta de cámara: PENGÜIN CAFÉ ORCHESTRA..

Uno de los temas de Simon Jeffes. musicaba sobre el "movimiento perpetuo"

Perpetuum Mobile es un sueño eterno de la humanidad. Lograr que cualquier maquinaría o elemento, una vez iniciado, no pare su movimiento. Que sea eterno, al igual que querríamos serlo nosotros mismos.
Más tal cosa nunca ha sido posible. ¿O si?. Realmente si que existe algo eterno que nunca ha parado de moverse, La "máquina" del sentimiento. El amor.
Me permito poner un soneto mío al respecto:

Puede mi corazón de amar rendirse
por causa del dolor que me condena,
pido un destierro justo y en mi pena
sea leve el castigo por cumplirse.

Puede que mi perdón deba medirse
a costa del amor que me encadena,
y sufra mi pesar por causa ajena
en plena voluntad de resistirse.

Que siempre he de luchar para vencerlo
pues el ardiente amor sigue en aumento,
y es mucho más el miedo por perderlo
que hallarme liberado del tormento.

En vano me denuedo en detenerlo
si amar hace perpetuo el movimiento.