JESÚS REPRENDIÓ ÁSPERAMENTE A PEDRO, DICIENDO: QUÍTATEME DE DELANTE, SATANÁS.


Jesús visualizaba las fuerzas y movimientos de las entidades que más le llamaban su atención.

Tanto las externas de nuestro mundo, como aquellas que tendían a “tentarlo, tocarlo”, pero que ante su poderosa fuerza espiritual repelente. Estas lo evitaban. Era como un sol que las repelía. Solo quizá atrayendo a las más obsesivas en odio a lo santo.

Pero siempre vencidas.

Pero los hombres…mar siempre agitado por las oleadas de las fuerzas bajas que íntimamente conviven en sus propias y fuertes emociones de pensamientos, apasionantes, en momentos de ira, codicia, mordacidad, odios, bajo el contubernio de ideas que crean egregores o pensamientos energéticos similares que las protegen, amasan y juntan, como en su contubernio de ideas hipócritas, dogmáticas.

Siendo así el hombre, blanco fácil para ser atraídas y lograr la convivencia pasajera o incluso convivir con ellas hasta la muerte.

Pedro, era un hombre que a través de la historia bíblica, era fácilmente impulsado por ellas. Pero tenía una gran virtud a pesar de todo…Era capaz de intuir, entender…al Espíritu Santo gracias a su avance espiritual de su pasado lejano. Un tesoro espiritual que había quizá arduamente forjado y que ahora le permitía tener a veces acceso al beneficio que proviene del Reino de los Cielos. (Virtud que creo, la mayoría de nosotros lo poseemos.) Siendo así, que pudo reconocer en su momento a Jesús, como el Mesías prometido.
Pero en ese día, estando con nuestro Maestro Jesús (Marcos 8,31 - 33) Sucedió una confrontación entre Jesús, el hombre y las fuerzas espirituales bajas del mundo
31. Y comenzó a declararles cómo convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y fuese desechado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas, y que fuese muerto, y que resucitase a los tres días.

32. Y hablaba de esto muy claramente


Pero Pedro quien ya se sentía engrandecido, pensaría que él alcanzaría sin duda alguna un encumbrado puesto. Pues como ya lo había entendido, su líder Jesús era el tan brillante y profetizado Mesías que tanto esperaba el pueblo Judío, para forjar un reino único. La ambición florecía, Pedro imaginaría futuras situaciones en las cuales se vería engalanado y encumbrado, lo cual automáticamente atraería grandes entidades, ya que su visión era muy grande, y así los entes más fuertes se aposentaron en su persona.


Pero cuando escucha a Jesucristo diciendo que ha futuro habrían de sucederle cosas tan humillantes (Y a la vez, claramente incomprensibles para él) ¡Y todavía aun su muerte! ¡Qué barbaridad! ¿Y volver al tercer día? (¿Y si no sucedía?) ¿Pero para qué tanta faramalla, teatro o lo que se parezca? Mejor hacer las cosas y tomar el poder directamente. Que caso tendría que pasaran situaciones tan deprimentes. Es entonces cuando la historia bíblica nos dice: Pedro entonces, tomándolo aparte, (A Jesús) comenzó a reprenderlo.

¡Qué atrevimiento! ¡Hasta donde la ambición, ignorancia y el respaldo de las entidades lo cegaron e impulsaron a Pedro apara confrontar a Jesús tan directamente!

33. Pero Jesús vuelto contra él y mirando a sus discípulos, reprendió ásperamente a Pedro, diciendo: Quítateme de delante, Satanás, porque no te saboreas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

Si… Pedro y las entidades que ya había atraído bien se saboreaban las mieles de triunfo. Pero el Maestro Jesús claramente reconoció toda esta situación y el poderoso efecto que estaban ejerciendo sobre Pedro, es por ello que fuerte, ásperamente, le reprende, ya que como todo hombre, que deja llevarse por el mal, estaba con malignas y ambiciosas entidades, y ellas, al sentir la poderosa virtud de repulsión del Maestro Jesús, inmediatamente fueron sacudidas y alejados como paja ante el fuerte viento de Pedro, quien quedaría anonadado, confundido, contundido y relativamente débil, sin la fuerza emotiva de las entidades, pero ahora con mayor paz, y la calma de su espíritu, aunque sea por esos momentos, lejos de la tentación. Para volver a la vida en su extraño trayecto que el futuro le depararía. Como a todos y cada uno de nosotros, con distintos derroteros, que también lo seguimos, de acuerdo a los designios y nuestro propio albedrio. Pero siempre inmersos en la posible y accesible ayuda del Espíritu de Verdad, de Consuelo y de Santidad.

Paz.