Suburbia, Poemas y Relatos.

[Suburbia]

Camas profanas de sueño.

Y al buscar el sueño, suceden los ruidos después del silencio. Puede que sea la posición horizontal, la casualidad de los pensamientos absurdos como el de otorgar nombres a los nuevos planetas descubiertos ¿será verdad que aparecen? Tardaremos menos en creerlo que en comprobarlo, jodidos científicos de la nada poseídos por subvenciones intolerables. Sigamos, necesito mis cinco horas para no lamentarme al día siguiente, ahora quizá viaje hasta la imagen de algún inoportuno desconsuelo, pero no, nada de colgar gabardinas empapadas después de un cansino viaje. Mejor un paseo en tren, un vagón repleto de deseos y piedad envenenada que se dejen probar y robar. Sí, me gustan los agujeros negros del día a día que gozan de buena salud, que ruedan sobre el hielo a toda velocidad. Se puede comprar el entusiasmo a plazos, increíble, bendita crisis. ¿Por dónde vamos? Esto parece el valle de los bultos craneales, me voy, es el vagón del mal de amores, ni hablar.
¡Cuánto caballero trajeado! Bueno, no sé si sentarme aquí, nadie saluda ni levanta la cabeza, ya entiendo, son los herederos de la tierra prometida…jodidos aprendices de estafadores, id una noche al Tropicana, quizá os financien una sonrisa…mártires del prozac.
Bueno, bueno, bueno…¿qué tenemos aquí? libros y amigos, al fin los pies se mueven solos, tranquilos que ya voy, cuantos tomos de censura para volver a resucitar, cuanta musa encarcelada. Bien hallado, amigos leucocitos del desvelo, vamos a leer y a debatir un poco, hablemos de milagros absurdos y de todo aquello que naufraga en cualquier mente mediocre incluida la nuestra. Una cerveza por nuestra canallesca forma de apreciarnos y por los motivos que nos conduzcan a encontrarnos en cualquier parte, incluso cuando la línea del sueño se niegue a acercarse y a sentirse atravesada. Hablemos de las magdalenas que robábamos después de las nimias y hastías cenas de entonces y de las camarillas ruidosas, de las linternas bajo las sábanas y los libros entre el somier y el colchón escondidos. Habéis traído fotos, no me lo puedo creer –joder, que pintas, eh? – Parecemos infantes escamados y mal peinados , pero es increíble, casi puedo escuchar nuestra conversación diez minutos antes de que nos inmortalizaran para siempre. Algunos llevo años sin verlos porque dicen que al cielo no se va en coche, pero fijaos que fantástico tren que nos reúne de nuevo, aquí no se le escapará la vida a ninguno de nosotros. Pondré los pies en la mesa, estoy cómodo, estoy en casa, rodeado de incondicionales inaccesibles, licenciados de soledad y doctorados en letanías escurridizas; por fin el equipo al completo, este vagón es el único hogar que conozco. Un ambigú perfecto donde quedarse, donde esperar el sueño despierto. Un vagón excepcional donde ya estamos todos dormidos de nuevo"

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[Suburbia]

Sangre acelerada.


Si la tormenta te dice que la dejes a solas, vente a este lado de la noche donde marchitaremos los jardines de música encadenada a las heridas. Volaremos y dejaremos las culpas en el suelo, diremos adiós a los corazones errantes y vacíos. Cogeré un arma y ametrallaré el telón de los pecados absurdos y los atravesaremos como quien enciende la luz y siente abordados sus labios en el zaguán del pleno respiro.
El aire puede saber a un chocolate caliente al frío del invierno que nos libere de la guerra fría de cada día, de esa ruleta rusa absurda y casual. Quizá no mienta al cambiar mi arrepentimiento por los confesos huesos que calaron en los pecadores deseos de una emboscada, tras una mirada que duerme en un tejado, en un pañuelo que acaricie la frente.
Volemos en el sueño, guiñemos los ojos a las llaves de las ciudades iluminadas, a las sombras de los perdidos confusos, a los genios que se reinventan, a los que bailan despacio y sin espacio, a los doctorados en desnudas confesiones de sus dudas. Ahora descansaremos un rato hasta la próxima fiesta de guardar. Quiero apoyar mi cabeza en tu pecho para escuchar tu alma y tu alegría, quiero oír la lluvia sobre el mojado cuento del mundo recién creado. Creo que lo veo, veo un difuminado perfume cerrar la puerta del querer como es debido. Prepararé las ganas, el grito en el cielo y el café de la mañana, el de los sentidos de tanta voz muda, el de los escritos que te dan los buenos días, el que te invitan a sentarte y no despertar del todo. Hoy no es ayer, ni será mañana, es la cruda madrugada del trajín en el que caben deseos, semáforos y sangre acelerada, versos escritos que ya no se perderán ó sí. Bálsamos que dicen ¿quién sabe lo que dicen? Hoy serán tu letargo y tu compañía, tu sol del amanecer por donde filtrar la amnesia de los viajeros, el recién llegado verano y el reflejo necesario para sonreír y seguir volando. Te invito a un poco de insolencia, a despilfarrar la fiebre del naufragio laureado y a observar las pupilas y los ruidos de los milagros por cada beso regalado, por cada instante de amor recibido.

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[Suburbia]

Se hace de día


Ven a ver a los que apuntalan los párpados, la escasa arena del reloj no nos abruma y ahí permanecen, inmóviles, como púgiles que no caen pese al golpeo de las horas. Siguen emanando ideas y dibujos, parezca que estoy en medio de un parral y ondean las prisas por recoger las uvas o quizá la savia de la vid para embotellarla y beber el elixir del arte líquido. Demasiado rumiar el pienso del día a día, sin vigilia ni rosarios, mientras los juncos se balancean con el peso de la arena del reloj malgastada entre apretones de manos y dagas ya clavadas y las que aún están sin forjar. En otra época, la aldaba de mi clausurada puerta, seguiría inmóvil, silenciosa, sin vida ni nadie por el que merecer la pena llamar. Pero de repente, llamaron y llegó mi particular batalla de Kursk, me vencieron, me venciste. Me convertí en Hellen Keller, sin oírte, sin verte, pero pude resurgir de mi fiebre bajo cero y coger temperatura exterior, casi como los demás, expresar mis virulentos zigzagueos, generar el suficiente murmullo que rompiesen en dos mis enjaulados y titánicos silencios, hundidos en un mar turbado. Mis noches seguirán envolviendo silencios e introspecciones, seguiré atravesando mi selva particular, pero la floresta que veo ahora es un mundo tan nuevo y tan diferente, que no siento el peso ni la gravedad de lo real, me siento en un diván donde las prisas se acuestan a mi lado e imagino goteras a modo de sonajero para adormecer y agradecer tan honor de sentirme vencido. Mañana descansaré, esta noche no me apetece contener las ganas de no dormir. Quisiera estar rodeado de perros ahora, pero no puedo, quisiera ver un galgo correr ahora mismo, verle raudo y veloz en el camino que traza en cada zancada, rehusando preguntarse hacia donde va, él simplemente, corre, corre simplemente, en el campo de batalla, sin medallas, sin pólvora, sin rodillas clavadas ni noches perdidas.


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[Suburbia]

Despilfarrar la fiebre


Si el sol te dice que le dejes a solas, vente a este lado de la noche donde marchitaremos los jardines de música encadenada a las heridas. Volaremos y dejaremos las culpas en el suelo, diremos adiós a los corazones errantes y vacíos. Cogeré un arma y ametrallaré el telón de los pecados absurdos y los atravesaremos como quien enciende la luz y siente abordados sus labios en el zaguán del pleno respiro.
El aire puede saber a un chocolate caliente en el gélido invierno que nos libere de la guerra fría de cada día, de esa ruleta rusa absurda y casual. Quizá no mienta al cambiar mi arrepentimiento por los confesos huesos que calaron en los pecadores deseos de una emboscada, tras una mirada que duerme en un tejado, en un pañuelo que acaricie la frente.
Volemos en el sueño, guiñemos los ojos a las llaves de las ciudades iluminadas, a las sombras de los perdidos confusos, a los genios que se reinventan, a los que bailan despacio y sin espacio, a los doctorados en desnudas confesiones de sus dudas. Ahora descansaremos un rato hasta la próxima fiesta de guardar. Quiero apoyar mi cabeza en tu pecho para escuchar tu alma y tu alegría, quiero oír la lluvia sobre el mojado cuento del mundo recién creado. Creo que lo veo, veo un difuminado perfume cerrar la puerta del querer como es debido. Prepararé las ganas, el grito en el cielo y el café de la mañana, el de los sentidos de tanta voz muda, el de los escritos que te dan los buenos días, el que te invita a sentarte y no despertar del todo. Hoy no es ayer, ni será mañana, es la cruda madrugada del trajín en el que caben deseos, semáforos y sangre acelerada, versos escritos que ya no se perderán ó sí. Bálsamos que dicen ¿quién sabe lo que dicen? Hoy serán tu letargo y tu compañía, tu sol del amanecer por donde filtrar la amnesia de los viajeros, el recién llegado verano y el reflejo necesario para sonreír y seguir volando. Te invito a un poco de insolencia, a despilfarrar la fiebre del naufragio laureado y a observar las pupilas y los ruidos de los milagros por cada beso regalado, por cada instante de amor recibido.

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[urielgirl]

¿Querías caldo? Pues toma dos tazas!!!

[Suburbia]

¿Querías caldo? Pues toma dos tazas!!!

Exacto, Uriel, tazas a mansalva

[Biby]

Despilfarrar la fiebre


Si el sol te dice que le dejes a solas, vente a este lado de la noche donde marchitaremos los jardines de música encadenada a las heridas. Volaremos y dejaremos las culpas en el suelo, diremos adiós a los corazones errantes y vacíos. Cogeré un arma y ametrallaré el telón de los pecados absurdos y los atravesaremos como quien enciende la luz y siente abordados sus labios en el zaguán del pleno respiro.
El aire puede saber a un chocolate caliente en el gélido invierno que nos libere de la guerra fría de cada día, de esa ruleta rusa absurda y casual. Quizá no mienta al cambiar mi arrepentimiento por los confesos huesos que calaron en los pecadores deseos de una emboscada, tras una mirada que duerme en un tejado, en un pañuelo que acaricie la frente.
Volemos en el sueño, guiñemos los ojos a las llaves de las ciudades iluminadas, a las sombras de los perdidos confusos, a los genios que se reinventan, a los que bailan despacio y sin espacio, a los doctorados en desnudas confesiones de sus dudas. Ahora descansaremos un rato hasta la próxima fiesta de guardar. Quiero apoyar mi cabeza en tu pecho para escuchar tu alma y tu alegría, quiero oír la lluvia sobre el mojado cuento del mundo recién creado. Creo que lo veo, veo un difuminado perfume cerrar la puerta del querer como es debido. Prepararé las ganas, el grito en el cielo y el café de la mañana, el de los sentidos de tanta voz muda, el de los escritos que te dan los buenos días, el que te invita a sentarte y no despertar del todo. Hoy no es ayer, ni será mañana, es la cruda madrugada del trajín en el que caben deseos, semáforos y sangre acelerada, versos escritos que ya no se perderán ó sí. Bálsamos que dicen ¿quién sabe lo que dicen? Hoy serán tu letargo y tu compañía, tu sol del amanecer por donde filtrar la amnesia de los viajeros, el recién llegado verano y el reflejo necesario para sonreír y seguir volando. Te invito a un poco de insolencia, a despilfarrar la fiebre del naufragio laureado y a observar las pupilas y los ruidos de los milagros por cada beso regalado, por cada instante de amor recibido.

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(((((())))))

Por Zeus...!! - pero que lindo escribes...


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[Suburbia]

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Miserable Anticipado

Geniales del revés, esperan en pretérito, como siempre, en su profundo desconcierto, siempre cerca de la verdad, que hacen de la necesidad una virtud vulnerada y castigada por la propia vida, el negro sobre el dorado, la sangre sobre la rosa marchita.
Los motivos y antipatías se saludan ante las fotos amarillas, esas del bien con sonrisa sincera, al azar remitido en una habitación morada por la que entra la luz a los pies de la cama. Todo funciona a las mil maravillas, la arena del reloj se resume y se filtra como un mensaje corregido que devoran las trayectorias expertas, que echan de menos un regazo, en el lujo de la noche, la que derrama la tinta que finge un escenario incierto por anticipado. Y camina de nuevo el miserable anticipado de las crónicas confusas, que atropellan las composiciones del buen gusto, que llenan los cajones de espacios divertidos, de frentes inhumanas, inclinadas sobre los tesoros concentrados de tanta virgen y tanto deseo pulido y esperando.
Se dicen sin mentir y sin decirse la verdad conservada, meditando tres segundos en la luz del túnel del alzhéimer, que se encara con el capricho tardío del alma, que se niega a soltar su verso, incluso después de caminar hacia su atribulado final, el de la vieja usanza, que convierte sus templos en simples camas con ruedas y gente mirando.
Del revés, sí, pero escribiendo deprisa, sin márgenes, sin normas, sin colecciones y sin orden, propiedad de lo digno, de la farra que pretende el orgullo propio de la vergüenza ajena y que siente el mundo como coqueto y suyo, un instante para seguir escribiendo y brindando por seguir abriendo mal el tragaluz del último de los techos, la frontera del cielo abierto donde se escuchan el crujir de las alas cansadas, pero con el encanto de la vieja tradición, de la carta y el sello, de las habas contadas.
Intrusos del dios mendigo, del verdadero, sudorosos y agotados que invitan a querer, a acariciar la poesía y las mejillas de las damas, esa mano que abraza el hombro y encuentra las verdades que duelen, el consuelo que calma, que aparta la codicia y abriga el lado cruel que lastima su fiera encerrada, libre y literal, cerca y tan adentro, hasta pinchar y desinflar la lejanía. Contigo, del revés, lastimosamente del revés, sinceramente contigo.

(Suburbia)