Ayer me invitaron a cenar en un restaurante de esos que parecen más un laboratorio de la NASA que un sitio en el que se preparan comidas. Me dieron una degustación que comprendía innumerables "manjares" de nombres impronunciables. La gente que venía conmigo ponía cara de éxtasis cada vez que se introducían algún bocado de esos en la boca, pero yo rezaba y penaba porque aún no había hecho testamento.

¿Cómo me puede decir alguien en su sano juicio que una "espuma de erizo al aroma de melón bañado en gratinado de pistacho", está mejor que unos callos a la madrileña?

No sé si ustedes han pasado por esa experiencia, pero les aseguro que si me hubiera tocado pagar la cuenta después de lo que me hicieron tragar, hoy no estaría con ustedes.

¿A alguien le gusta esa cosa rara que llaman "comida fusión?