El matrimonio es una receta para muchas cosas, pero no para lograr la felicidad.
La felicidad no es continua. Son puntos en el tiempo, que a veces aparecen y luego vuelven a irse. Al estar casado, se supone que tenemos un(a) aliado(a) que nos ayuda a lograr esos puntos felices. Pero eso sólo se supone, porque algunos tenemos tan mal criterio para elegir compañera(o), que terminamos siendo enemigos de la(el) que empezamos amando.