Por que nos gusta el ano femenino?

[SUPERVIAJES]

Alguna vez leí por allí, en librillos domingueros, que la penetración anal es la posesión sexual máxima. ¿Por qué?
-Porque el ano femenino es un órgano suave, delicado, muy estrecho y bello a la vista, al tacto, al gusto y al olfato de un hombre caliente. Está hermosamente enmarcado por dos grandes y carnosos promontorios de carne tibia que son como los premios para el guerrero que ha pasado todo el maldito día persiguiendo el dinero.
-Porque ambos participantes recrean la etapa anal, donde psicológicamente el niño sobre-valora sus heces, juega con ellas y las considera su aporte al mundo. Esta sería la razón del goce femenino o del hombre gay de esta práctica.
-Porque para el que sodomiza es altamente motivante oír los gemidos o lamentos de alguien que se somete a la dureza de un pene invasor de tan sensible zona.
-Porque es antinatural, no procreativo: es sexo puramente recreativo. En este caso se estaría “violando” un precepto religioso que ordena que el sexo es sólo para darle hijos a Dios (en el catolicismo y similares). Al romper este tabú, el hombre se emancipa, se libera y usurpa el lugar de los dioses, lo cual es sumamente placentero.
-Porque se puede hacer cerebro y terminar echando la lefa sin embarazar a nadie. Esta es la razón por la cual muchas parejas de “novios”, “fiancé” o futuros esposos piden esta clase de sexo como garantía de que tendrán goce sin consecuencias antes de una boda.
-Porque, en ciertas circunstancias, se puede hacer sexo anal sin riesgo de ETS (VIH y otras). Obviamente, hay que conocer a la pareja y confiar en ella.
-Porque implica la degradación, el rebajamiento o sometimiento de la persona pasiva. Es decir, el que recibe siente dolor antes que placer (se dice).
-Porque el hombre ocupa, posee de esta manera, los dos agujeros destinados por Natura a la sobrevivencia mediante alimentos: la boca y el ano. Al penetrar, el macho (proveedor) confirma su dominio no sólo sobre la boca (entrada de los alimentos que da), sino también sobre el sitio de salida. El varón (en la relación hetero) domina, de esta manera, las dos “puertas” de su hembra.