CASO DE TURBACIÒN EN DESDOBLAMIENTO CONCIENTE

Ya hemos visto en anteriores escritos que asì como el desencarnado que no sabe que ha muerto, al llegar al espacio sufre una turbación ante ciertos hechos que lo confunden al no saber que ha muerto, una persona que se desdobla concientemente, o espontáneamente, tambièn puede sufrir una turbación, por lo menos hasta que tome conciencia de que se puede desdoblar concientemente y sepa què hacer en ese estado.

Hace años, finalizado un Congreso Espiritista al que asistì, fui invitado a que diera una charla a los presos de una Càrcel/Granja modelo.
La verdad es que quedè sorprendido de que un pobre paìs centroamericano hubiese hecho ese experimento, con mucho èxito ademàs, y en mi paìs, por esos años ni se habìa pensado en ello.

Antes de entrar al tema, permìtanme hablar sobre ese experimento porque vale la pena hacerlo. Era una granja linda, acondicionada para este experimento en donde los presos no permanecían vagos sino que trabajaban en cualquiera de las facilidades que les daba la càrcel.
Al que no sabìa un oficio se lo enseñaban. Una vez aprendido el oficio, el recluso empezaba a trabajar haciendo lo que habìa aprendido, El que habìa aprendido la carpinterìa, digamos, empezaba a fabricar sillas. Como no tenìa fondos para la compra de materiales, la càrcel se lo compraba. El recluso fabricaba las sillas que el material se lo permitìa, y la misma càrcel se encargaba de comercializarle sus sillas. Una vez vendidas todas, le decìan: Te ha ingresado tanto por las ventas. Tenemos que deducir el prèstamo para la compra de material. Te queda tanto. Ese tanto lo iba a tener en depòsito el recluso hasta que cumpliera su condena, y que al salir se encontrara con un capital para continuar haciendo sillas salido de la reclusiòn.

¡Por supuesto! El recluso no se contentaba con las sillas que habìa fabricado y vendido sino que emprendìa la fàbrica de un nuevo lote con la diferencia que ya tenìa plata depositada para la siguiente compra de material. Ahora, todo el producto de la nueva venta iba a ser enteramente suyo. Y asì seguìa, una y otra vez hasta ser libre y salir con su capital bien ganado en prisiòn.

Y asì tambièn lo hacìan artesanos, talabarteros, zapateros, mecànicos, etc., etc.

¡Bueno! Ya explicado el ambiente, sigamos.

Despuès de la charla, y las preguntas que habìan hecho los reclusos sobre el tema de la Ley de Causas y efectos que fue lo que se tratò, uno de los reclusos, un flaco como de unos 35 años, se acercò y me dijo: Profesor, quiero preguntarle algo, pero por favor no vaya a comentar nada de lo que le voy a decir, ni con los directores ni con los guardias.
¡Tranquilo!, le dije. Ten la seguridad de que serè una tumba.

Me dijo: Estoy tremendamente confundido. En las noches, y esto no lo sabe nadie, ni los otros reclusos. Cuando estamos en nuestros calabozos, yo aspiro pega. Hasta ese momento yo no sabìa que la pega la usaban para drogarse, aspiràndola.

El recluso continuò: Cuando aspiro la pega me pasa algo que no comprendo. Me levanto y voy hasta la reja que da al pasillo, y cuando doy vuelta, veo que en el catre està durmiendo uno igualito a mì. No me explico a què hora entrò y còmo se acostò en mi cama sin que yo me diera cuenta.
Eso me pone nervioso y saco la cabea por la reja para espiar a ver si viene el guardia que hace la ronda por el pasillo.
¿Y còmo sacas la cabeza a travès de la reja? ¡No sè!, me dijo, pero la puedo sacar.
¿Y no has probado con sacar todo el cuerpo? ¡Ni loco¡, me dijo. Si me sorprende el guardia fuera del calabozo, me aplica la ley de fuga y yo no quiero morir.

A medida que me contaba esa experiencia, lleguè a estas conclusiones:

1.- El sòlo lograba ese desdoblamieento porque aspiraba el pegamento. Nunca antes lo habìa logrado. Sòlo lo lograba con el pegamento.

2,. Lo que lograba era un desdoblamiento espontàneo, o sea, no porque lo querìa sino que simplemente se encontraba proyectado una vez inhalado el olor de la pega.

3.- Como el desdoblamiento era espontàneo y èl no tenìa ninguna preparación sobre que eso puede suceder, a èl le causaba turbación el hecho de encontrarse con àlguien durmiendo en su catre, (èl mismo), y de que podìa sacar la cabeza entre las estrechas rejas en la que no cabìa su cabeza material.

Yo, apenas pude tranquilizarlo dicièndole que ese que veìa durmiendo en su catre, que lo observara bien ya que era èl mismo. No lo animè a que cesara en su turbación porque yo sabìa que si lo hacìa no iba a dejar el vicio de oler pegamento. ¡Al contrario! Tendrìa un motivo mayor para hacerlo.

Lo ùnico que se me ocurriò fue decirle que no usara el pegamento, que ademàs de arruinarse la salud, de repente, si lo descubrìa algùn otro recluso soplòn, o un mismo guardia, lo iban a reventar porque le agrandaban el tiempo de reclusiòn.

¡Bueno!, me dijo. No lo voy a hacer màs. Pero sabe Dios si cumpliò eso que me dijo o fue promesa de una Colombina a un Pierrot durante un carnaval.

¡Ah! Y no se les ocurra hacer lo mismo que el recluso.

Pròximo escrito en este mismo tema: VIDENCIA DE DOS NIÑAS DEL CUERPO ESPIRITUAL DE UN DESDOBLADO.

Pròximo escrito en este mismo tema: VIDENCIA DE DOS NIÑAS DE UN SUJETO DESDOBLADO.