La religiòn es culpable solamente de perpetuar la ignorancia desde el punto de vista cientìfico. Sin un dinamismo hacia una perfección, creen haberla ya alcanzado y se petrifican con conceptos morales milenarios que, tarde o temprano, deberán ser reemplazados. Quizàs los reaccionarios derramaràn sangre para no cambiar.

Respecto a un hombre de la Iglesia que cometa inmoralidades o delitos es màs disgustoso dado que no sòlo ofende a otro ser humano sino al símbolo que la Iglesia representa respecto a la moralidad. Doblemente dañoso.

La religión jamàs obliga a uno de sus siervos a cometer tales infamias; quizás peca de superficialidad al elegir sus sacerdotes haciendo que se pierda el sentido que tal título representò en las comunidades humanas desde la prehistòria.

En la antigüedad ser sacerdote era casi como rey, noble o emperador, sinónimo de sabiduría y de representación en la tierra de lo celestial. Hoy el título de sacerdote està “proletarizado” o "vulgarizado" y màs de uno decide ser sacerdote por tradición familiar o para asegurarse el sustento con mucha tranquilidad y poco esfuerzo.

Dirìa que es responsabilidad del vértice representativo de una religión el hecho de vigilar sobre la seguridad de los fieles y el mal comportamiento de sus sacerdotes. No mirar sòlo al “profit” o a la perpetuidad de sus cargos políticos (sillones calentitos) y preocuparse màs detenidamente en la incolumidad de sus fieles.