"Pero cualquiera, por màs indigno que sea, huirìa de una culpa tan pesada, si escuchase desde el profundo del corazón estas palabras de verdad: Mas quien habrá escandalizado a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo hundieran en el mar (Mt 18,6). Místicamente expresada en la piedra de molino es el ritmo duro y tedioso de la vida secular, mientras las profundidades del mar significa la condenación más terrible. Por lo tanto quien, después de haber tomado una profesión de santidad, destruye a otros a través de la palabra o el ejemplo, sería realmente mejor para él que sus delitos le fuesen causa de muerte siendo secular, en lugar que su sagrado oficio lo imponga como ejemplo para otros en sus pecados; porque, sin duda, si fuese caído solo, su tormento en el infierno sería de más soportable calidad»
(Regula pastoralis, pars I, caput II)