Las cosas de Tía Teresa

[Zampabol]

Este verano, Tía Teresa alquiló un barco. Estaba empeñada en aprender a navegar y surcar las aguas de los siete mares. El señor que le tenía que dar los permisos para comenzar su singular singladura no le permitía hacerse a la mar a menos que contase con los preceptivos títulos que acreditasen que estaba en condiciones para capitanear semejante nave. Como Tía Teresa no tiene ni permiso de circulación de ciclomotores, no tuvo más remedio que contratar los servicios de un "patrón de yate" que se pusiera a sus órdenes y nos llevara allí donde los vientos se hacen antojadizos.

¡¡¡Mala hora!!! en la que el dichoso patrón pisó la cubierta de aquel bello barco. Enjuto de carnes, piel chocolateada de tanta intemperie, espigado, vestido como si de un gondolero se tratase, tanto... que me recordó a Francesco Schettino; clavó sus profundos ojos azules en el bikini de Tía teresa y se relamió los labios al verla en la proa afanándose en robar todo el sol que podía.

.-¡Qué joputa!-pensé- ¡¡¡¡Si mi tía podría ser su abuela...!!! ¿A qué venía ese despliegue de artillería pesada? ¿Sabría el cabrón que mi tía tiene pagada la luz hasta el fin de sus días?
De soslayo pude ver cómo Tía Teresa se ajustaba el bikini al sentirse observada por aquel galán torrezno. Lo cierto es que nunca la había visto tan coqueta y tan de repente.

En un abrir y cerrar de ojos, el canijo tomó posesión del puente y nos hicimos a la mar.

He de reconocer que el miedo se apoderó de mí. De que el "gondolero" había visto "carne"... ¡No había duda! pero...¿Podría Tía Teresa perder los papeles por un yogurín como aquel?

¿Piensan ustedes que para el amor no hay edad?

Ayúdenme, estoy en un "sinvivir"



Ya les iré contando