Pues, NINGUNO de los dos cae en necedad ninguna.
Usted, simplemente, se resiste a aceptar la realidad del significado y el significante al caso. Esto, chérie, la convierte en, si acaso, terca; ¡no en necia!
Yo, que no hago "cátedra" sino que explico no más por encima y parcamente, NO insisto ante una dama, por muy terca que sea; lo cual, chérie, NO me pone de necio sino de respetuoso aspirante a ser tenido por un caballero.
Necia seria usted si, en lugar de resistirse solamente, pretendiera ¡que yo NO le he dicho la verdad respecto del adagio al caso!; y, necio sería yo si, ante su resistencia, la ninguneara con siempre reprensible prepotencia y nunca de recibo displicencia.
Pero, ni usted me acusa de mentir por el morro ni yo la pongo de tozuda por la jeta.
NINGUNO de los dos, por tanto, cae en necedad ninguna.
Siempre, en cualquier caso, a sus encantadores pies, mi muy querida, estimadísima María.
Jaume de Ponts i Mateu .