Iniciado por
Dorogoi
Asi es.
El criticastro no analiza un escrito dado que normalmente no lo entiende; su crìtica va dirigida a la persona: a quién lo escribió o a los motivos por lo que lo hizo. Al mensaje y su contenido lo relega a un segundo plano. Su estrecha visión lo obliga a pensar en cosas pasadas, escritas con anterioridad y jamàs mirar al futuro.
Su desprecio por lo bello lo empuja a buscar culpables en vez de soluciones; generaliza todo lo referente a un escrito o una persona. Su incapacidad de focalizar un punto lo hace observar todas las cosas periféricas de un discurso.
Su fuente de sabiduría son "los prejuicios sociales" y los dichos populares. Basta que una frase sea popular en las charlas de bar para que las adopte como nuevo conocimiento; o en algùn sermòn dominguero. Si le dicen que el aborto es malo lo repetirà sin mayor análisis, lo mismo con una película, con un partido político, un cuadro de fútbol, etc.
Sufren su mediocridad con ira; como culpando a los demás de su desgracia. Nadie es culpable màs que Natura y él mismo.
Creen que los lectores miraràn para el lado hacia donde señalan cuando pretende distraer y confundir. Menciona cosas y situaciones impertinentes de modo que el tema principal se diluya en medio de palabrerìos insustanciales. Lo esencial, el centro, el núcleo del tema, el mensaje que se pretende enviar, quedan intactos sin que lo roce con su crìtica dado que el objetivo es la persona.
Miden a todos con su vara y juzgan con su moral; interpretan con su escasa iluminación; castigan con su ira y alaban con su hipocresía.
A los mediocres, Dante los despreciò y les reservò un lugar en el Anteinfierno en su viaje de ultratumba, los consideraba "pecadores" por su mediocridad: Caccianli i ciel per non esser men belli, Né lo profondo Inferno li riceve... (“los echan los cielos por no ser menos bellos. Ni el profundo Infierno los recibe”) .
A estos maldecidos son llamados por Dante “Ignavi” (indolentes, privados de virtud, de fuerzas morales); son aquellos que durante su vida no actuaron jamàs ni en el bien ni en el mal, jamàs osaron tener una idea propia sino sòlo limitada y adecuada a la de la mayorìa. También en este lugar, el Anteinfierno, que no es ni Cielo ni Infierno, se encuentran los àngeles que no se definieron en la batalla entre Dios y Lucifer. Estàn obligados a andar desnudos, picados y heridos por avispas y tàbanos. Su sangre, mezclada con sus làgrimas, viene chupada por molestos gusanos. Los acusa de “que jamàs han estado vivos” (che mai non fur vivi).